LA ANTIPOLÍTICA
Cada vez con más intensidad se entroniza en la sociedad una
tendencia al rechazo a la política. Este es uno de los fenómenos globales más
generalizado, en muy diferentes sistemas políticos, con independencia de sus
características particulares. En el aparente repudio a la política contribuyen,
de modo muy significativo, dos situaciones ocurridas de manera simultánea: por
una parte, el sentimiento, cada vez más generalizado, de una ausencia de
respuestas eficaces a las necesidades y demandas de bienestar de la ciudadanía.
Por otra parte, las actuaciones de un
buen número de operadores políticos, alejados de las aspiraciones de la
población, encerrados en sus círculos de poder y, con frecuencia, involucrados
en escándalos de corrupción. Los políticos se convirtieron, en el imaginario
colectivo, en sinónimo de perversidad y falsedad.
Solo basta dar una mirada a lo expresado sobre estos temas
en las redes sociales, para constatar las improcedentes generalizaciones y la reinante percepción negativa en relación
con quienes desempeñan diversos cargos políticos.
La despiadada crítica a los políticos, llevada en algunos
casos al absurdo, se traduce en una posición anti política, en una visión
negativa en la cual se envuelve al Estado y en un llamado al alejamiento de la
política. Todos recordamos la afirmación de un connotado líder político
costarricense, según la cual de asumir la presidencia de la república colocaría
en la conducción de las principales instituciones a egresados de una
prestigiosa escuela de negocios. ¡La ineficacia del Estado es responsabilidad
de los políticos, la mejor manera de resolver la situación es colocar técnicos
en su dirección!
La falaz conclusión deja de lado la naturaleza política del
Estado y el necesario manejo político de los asuntos estatales, para lo cual,
desde luego, es menester un adecuado uso
de la información y del apoyo técnico requerido para una apropiada toma de
decisiones.
La censura a los políticos no siempre conlleva una
separación de la política. Hace unos
años, Anthony Giddens refutaba la afirmación según la cual los jóvenes europeos
se habían alejado de la política. La indisposición juvenil se presenta en
relación con la política parlamentaria, pero cada vez más los jóvenes se
involucran en temas relacionados con el ambiente, los derechos humanos, las
desigualdades sociales, la equidad y la cohesión social, todos ellos asuntos
políticos ante los cuales expresan sus pensamientos y se movilizan tratando de
influir en las decisiones políticas.
La participación ciudadana en la vida política de las
naciones, es un aspecto básico para el funcionamiento del sistema democrático.
Alejarse de la política implica dejar el camino abierto a la separación entre
las aspiraciones de la población y la orientación de las decisiones de quienes
ejercen el poder. Solo la intervención en la política de la ciudadanía puede
concederle los instrumentos para influir en las decisiones y para empoderar a
la gente en los asuntos políticos de su interés.
Los partidos políticos, por su parte, deben revitalizarse.
Superar su funcionamiento centrado, de manera casi exclusiva, en los aspectos
electorales –maquinas electorales- , convocar a la población y retomar el papel
de generadores de proyectos políticos, en los cuales se expresen los sentimientos,
intereses, necesidades y aspiraciones de los diversos grupos de la sociedad.
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