martes, 21 de agosto de 2012

ASESORES O DECISORES



Algunas situaciones recientes han colocado en la discusión nacional un tema mediante el cual se pone al descubierto el entramado de relaciones de poder tejido alrededor de los procesos de toma de decisiones, empleados en las diferentes gestiones gubernamentales. La visión según la cual las entidades de gobierno formalmente establecidas constituyen los espacios políticos en los cuales se generan y adoptan las medidas, pareciera estar muy alejada de la realidad.
Si se tuviera la posibilidad de darle seguimiento a cada decisión particular encontraríamos, a cada paso, la presencia de diversos grupos, la mayor parte de ellos ocultos tras bastidores, construyendo o dándole el sentido deseado a las iniciativas gubernamentales. Con frecuencia estas instancias informales concentran mayor capacidad de influencia, colocando en un segundo plano a quienes se encuentran revestidos de la autoridad institucional para tomar las decisiones: estos tienen autoridad, pero el poder se encuentra en otro lado.
Algunos de estos actores hablan al oído, otros golpean la mesa y buena parte de ellos reclaman las retribuciones por sus inversiones electorales.  
A quienes tienen acceso a los espacios de poder, se suman las organizaciones y actores colectivos cuyas acciones o movilizaciones pretenden influir en las decisiones: agricultores, educadores, municipalidades, iglesias, taxistas, vecinos demandantes de servicios, entre otros, buscan darle la tonalidad deseada a la acción gubernamental.
Cuando el diálogo social y la concertación entre actores sociales, institucionales y políticos no encuentran lugar en la agenda política nacional, las movilizaciones colectivas, la presión directa de los grupos de interés o la acción de las figuras insertas en los resquicios del poder, son las formas preponderantes de intervención en los procesos de generación de las políticas y las decisiones.
Entre más débil y ausente de liderazgo sea la conducción del poder ejecutivo, mayor será la incidencia de estos grupos en la orientación de las políticas y las decisiones gubernamentales. Por este motivo, en épocas en las cuales se acusa un creciente desprestigio de los políticos y una devaluación de la política, diversos grupos de interés prefieren colocar sus representantes en la posición de asesores. Desde ese reducto evaden el descrédito, incrementan su poder y cumplen a cabalidad con su cometido. La exigencia de transparencia, rendición de cuentas y la responsabilidad por los resultados no es un asunto de ellos, todo eso recae en quienes ocupan las posiciones en las estructuras formales de gobierno.
El análisis de estos procesos nos sugiere una serie de preguntas: ¿Constituyen las acciones de estos grupos y la presencia de los asesores una suerte de Estado paralelo o es, por el contrario, un mecanismo habitual en el ejercicio del poder?¿Son estos los responsables de los abundantes desaciertos gubernamentales?¿Sustituyen realmente estas  instancias informales a los órganos del poder ejecutivo formalmente establecidos?¿Se está en presencia de una clara confusión entre el rol de asesoramiento y la función de toma de decisiones?¿Quién asume la responsabilidad por los resultados de las decisiones originadas a partir de grupos decisores  ocultos tras el   ropaje de asesores?

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