domingo, 19 de mayo de 2013

UN LARGO AÑO POR RECORRER…

 “Las métricas típicas para juzgar la labor de un Gobierno en este momento no se aplican”, manifestó un ministro de gobierno de la administración Chinchilla Miranda a un medio de comunicación nacional, explicando el origen de esta situación por la condición de mujer de la mandataria. Es innegable la existencia de alguna crítica mordaz, con una clara relación con el pensamiento y las actitudes patriarcales persistentes en la cultura costarricense. Muchas de las referencias a la gobernante, rayan en lo soez y en la patanería. Pero la explicación del ministro revela, igualmente, una ausencia de autoevaluación y de autocrítica, al no reconocer los frecuentes y acentuados yerros políticos en los cuales ha incurrido el ejecutivo.

Si ante una ciudadanía informada, crítica y enfadada, resulta más complejo el ejercicio del poder, el desconocimiento de esta realidad, así como la creciente lejanía de la población en la toma de las decisiones -cuya demostración más elocuente es la forma cómo se otorga la controvertida concesión de la carretera de La Sabana a San Ramón, desoyendo y dando la espalda a los habitantes de los cantones del occidente del Valle Central-; el corolario no  será otro que el incremento del descontento y el repudio por parte de la ciudadanía.

La inevitable reculada ocurrida ante la movilización de comunidades y organizaciones ciudadanas opuestas a la concesión, luego del desacertado manejo político dado a la aparición pública de la presidente el 11 de abril, en plena cúspide del conflicto, sumado a la serie de pifias generadas alrededor del escándalo provocado por el viaje presidencial a Lima, Perú, llevan la pérdida de credibilidad y de confianza a niveles impensados, con el riego del surgimiento de una crisis de gobernabilidad.

Los resultados de las consultas sobre la popularidad presidencial, situación no revertida a pesar de los significativos gastos en publicidad y en el esfuerzo por mejorar la imagen gubernamental, sumados a los recientes desaciertos políticos, conducen a una delicada situación institucional la cual debe ser superada en respuesta al interés general. La administración Chinchilla Miranda tiene ante sí un largo año de gestión; la sociedad costarricense no puede darse el lujo de malograr doce meses en los cuales se requiere de la adopción de medidas políticas, sin esperar hasta la llegada de un nuevo gobierno. Superar el aislamiento político y evitar el aislamiento físico al que podría someterla el nuevo director de la DIS, en aras de incrementar la seguridad de la presidente, ¡cómo si el problema enfrentado fuera de seguridad, cuando, cómo queda muy claro, su problema es especialmente político!

El primer paso, desde luego, tendrá que darlo la mandataria. Refrescar su gabinete, reforzarlo con personas con la visión política y la experiencia con cuyo concurso pueda sortear el oleaje del año electoral y lograr los acuerdos necesarios para concluir con decoro su gestión, es una decisión enteramente en manos de la presidente.

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