domingo, 8 de febrero de 2015

LA AGENDA POLÍTICA


LA AGENDA POLÍTICA
En la vida social de una nación las relaciones de poder encuentran en el establecimiento de la agenda política, el elemento esencial en el cual se expresan las correlaciones existentes entre los diversos actores en pugna en el escenario político. La agenda política se refiere a aquellos temas colocados en el debate nacional, alrededor del cual giran los procesos de toma de decisiones, entre ellos y de manera preferente en el ámbito parlamentario, extendiéndose su discusión por los diversos espacios en los que se manifiesta la actividad política, entre estos las omnipresentes  redes sociales con sus virtudes y sus vicios.
Manuel Castells, en su libro “Comunicación y poder” (Alianza Editorial, 2010), elabora un definición sobre el poder que, recoge la herencia weberiana y, desde mi punto de vista, con una clara relación con la relevancia revestida por la colocación de la agenda política. Para el autor, “El poder es la capacidad relacional que permite a un actor social influir de forma asimétrica en las decisiones de otros actores sociales de modo que se favorezcan la voluntad, los intereses y los valores del actor que tiene el poder. El poder se ejerce mediante la coacción  (o la posibilidad de ejercerla) y/o mediante la construcción de significado partiendo de los discursos a través de los cuales los actores sociales guían sus acciones.”
La instauración de la agenda es un mecanismo idóneo para influir en las acciones y decisiones de los diversos actores sociales y políticos. La posibilidad de colocar los temas no siempre está en las manos de quienes ejercen el poder formal. Con mucha frecuencia la agenda es establecida por poderes fácticos, entre los que sobresalen los actores cuyos intereses son representados por los medios de comunicación o por otros actores asentados en la sociedad civil. En otros casos, cuando la correlación de fuerzas no favorece a los depositarios del poder ejecutivo, es la oposición política la que termina imponiendo la agenda, ya sea desde una sola agrupación política o desde una alianza de fuerzas cuyo proyecto se podría mover en un sentido contrario al respaldado, en forma mayoritaria, por medio de las urnas electorales.
Colocar la agenda política es un hecho de especial importancia para los gobiernos,  pues es la manera de darle concreción al proyecto político, esbozado de manera implícita o, como sería lo deseable, de manera explícita, por la relevancia de los discursos  para darle significado a la acción de los actores. Esto no siempre sucede así, sobre todo, cuando las propuestas programáticos de los partidos políticos no son siempre visibles, ni constituyen una guía para sus actuaciones.
Tratando de hacer un ejercicio simple de política comparada encontramos, en otras realidades, situaciones en las cuales la correlación de fuerzas políticas construidas en su momento y el liderazgo ejercido por quienes ocupan las posiciones del poder formal, logran posicionar los temas alrededor del que gira el debate y la toma de decisiones políticas en esa sociedad. Nos referimos al caso de Chile, en donde, desde la campaña electoral la Nueva Mayoría y la presidente Bachelet, colocaron tres temas esenciales en la agenda política de este país: a) La nueva constitución; b) La reforma fiscal; y, c) La reforma educativa. Alrededor de esas propuestas, de los proyectos derivados de ellos y de algunos otros, tales como el tema del aborto, colocados por la propia alianza gubernamental, han girado los debates políticos y las principales decisiones parlamentarias, tomadas en los meses transcurridos desde el momento en que asume su segundo mandato la presidente Bachelet.
En el caso costarricense, si bien le fue posible al gobierno establecer un acuerdo legislativo mediante el cual conquistó el directorio de la Asamblea Legislativa, no ha conseguido un acuerdo programático más duradero, mediante el cual pueda poner un conjunto de temas concretos en la agenda nacional. Es importante, en este sentido, resaltar que no nos referimos aquí a aquella agenda legislativa definida por el Poder Ejecutivo cuando le corresponde hacerlo, ni a los contenidos de un documento predominantemente de carácter técnico, como lo es el Plan Nacional de Desarrollo, sino a temas de tal envergadura que susciten el debate nacional y conciten la movilización de intereses diversos, a favor y en contra, hasta traducirse en decisiones sustanciales para enfrentar los grandes desafíos del país. Es la colocación de estos temas en la agenda nacional la forma mediante la cual se marca el rumbo que se quiere dar a la sociedad en este momento crucial en su desarrollo.
¿Seguirán siendo los medios de comunicación los actores con un papel preponderante en la elaboración de la agenda política nacional?¿Continuarán los escándalos públicos de diversa índole, significativos distractores de los temas relevantes para el país, ocupando el lugar preferente asignado en el accionar político y en la atención de la ciudadanía?¿Se impondrá la oposición política la encargada de poner los temas de su interés en la palestra pública y en el espacio de la toma de decisiones?¿Tendrá el gobierno la capacidad de lograr los acuerdos políticos mediante los cuales le se factible impulsar aquellos temas considerados sustanciales para marcar las rutas del desarrollo del país?



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