sábado, 15 de septiembre de 2012

NARANJO

Jorge Mora Alfaro
 Según se cuenta su nombre original es Los Naranjos; con el tiempo este derivó en Naranjo. Uno u otro calificativo aluden al sabroso fruto brotado en su fértil suelo. Este cantón, ubicado en el occidente del Valle Central de Costa Rica, encierra múltiples encantos, entre los cuales destacan las bellas serranías ubicadas en su entorno, dibujando figuras amoldadas a la imaginación de quienes las admiran.
Un pequeño centro urbano, rodeado de diferentes espacios rurales, de una rica biodiversidad y abundantes bellezas paisajísticas, son el asiento de una población laboriosa, emprendedora, sencilla y dispuesta a delinear las rutas a transitar para lograr el bienestar de su colectividad.
La producción cafetalera ocupa un lugar preponderante en la economía  y  la cultura local. Esta actividad, llevada a cabo por agricultores familiares, agrupados muchos de ellos en una empresa cooperativa, genera identidad y valores entre los cuales sobresale el amor a la tierra, al trabajo y a la comunidad. La extraordinaria calidad de su grano es reconocida hoy entre los cada vez más exigentes industriales y consumidores de café, en un mercado global integrado e inclinado a la selección de un producto de excelencia
Numerosos profesionales originarios de Naranjo se desenvuelven en muy diferentes campos, aportando sus competencias a la sociedad costarricense, laborando en empresas, instituciones o en organizaciones no gubernamentales en los ámbitos nacional, regional o local. La herencia cultural de esta comunidad de labradores industriosos, impregna el comportamiento de los hijos de este generoso suelo.
Para quienes nacimos en este hermoso lugar y conservamos estrechos vínculos con nuestro pueblo  de origen, son recurrentes  las añoranzas sobre las aventuras infantiles y juveniles vividas con una copiosa ingenuidad y alegría, con independencia de las limitaciones propias de una condición socioeconómica no siempre muy venturosa, estimuladas por un medio colmado de  gente buena,  llana y diligente.
Las cristalinas aguas de los ríos en donde se aprendía a nadar o se practicaba la pesca; las prolongadas caminatas hasta alcanzar la cima de aquellas montañas colocadas en rededor; la trabajosa tarea de recolección de los granos del café, generadora de importantes ingresos para la economía familiar; los numerosos juegos permitidos por las pronunciadas pendientes de un centro urbano situado en un territorio de escasos espacios planos, así como la fascinación por los soberbios atardeceres estivales y el aprendizaje por el disfrute de los infinitos aguaceros, son todos ellos, detalles imperecederos, acompañantes en el recorrido por nuestras vidas.

2 comentarios:

  1. Bella forma de describir este pequeño terruño nuestro, lleno de buenas gentes, laboriosas, sencillas y amables, muchas gracias don Jorge, como buen naranjeño agradezco sus letras.

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