viernes, 31 de enero de 2014

¡A VOTAR...!

Muy pocos días nos separan de un significativo día para la vida política del país. La elección de nuestros gobernantes, por medio del sufragio emitido por la ciudadanía, es la forma mediante la cual se dilucida el camino por recorrer, en una sociedad cuya determinación ha sido, durante un largo trecho de su existencia, la alternancia en la conducción gubernamental y en la integración de su parlamento.

 En esta oportunidad, hay muchos motivos para sentir regocijo por la posible revitalización de nuestra democracia y por el interés ciudadano de asistir a las urnas electorales, con la convicción de contar con diversas opciones ideológicas y programáticas, en un marco político alejado del sincretismo reinante durante los últimos tres decenios. El inusitado interés generado por el torneo eleccionario se debe, en gran medida, a esa posibilidad ofrecida de escoger, entre diversas opciones viables, aquella más cercana a las aspiraciones y demandas de los electores. Hasta el momento, es claro para la ciudadanía de que no todas las propuestas, como solía ocurrir en el pasado,  son únicamente variaciones entre grupos de interés portadores del mismo proyecto. En esta oportunidad sí hay diferencias y estas son substanciales.

Ese reverdecimiento de esperanzas e iniciativas se da en medio de un proceso con elementos novedosos, entre los cuales sobresale el indiscutible papel desempeñado por las redes sociales, como uno de los mecanismos de comunicación política más sobresaliente, y un medio por el cual la ciudadanía se tiende a apropiar del proceso electoral. Esta es una manera de entender, entre otras cosas, cómo algún partido, con una muy escasa publicidad en los medios convencionales de comunicación, puede estar entre los punteros en cuanto a las intenciones de voto en diferentes encuestas de opinión. Atrás quedan las formas tradicionales de hacer política y de enfrentar las elecciones en la secular democracia costarricense. Las elecciones son una clara manifestación del cambio en la realidad política del país y sobre la relevante función de las tecnologías en las actuales interacciones sociales.

Estas modificaciones, como queda patente en esta oportunidad, no han sido bien comprendidas por parte de todos los participantes en la contienda electoral. El clima confuso, con inesperados desaciertos y actitudes alejadas de una positiva convivencia democrática, por parte de algunos actores relevantes, desconocedores, algunos de ellos, de los valores más profundos en la cultura política costarricense -o dispuestos a recurrir a cualquier artificio para defender sus, grandes o pequeños, intereses particulares-; parecen responder al desconcierto provocado en ellos por esas insospechadas situaciones surgidas en el proceso por concluir, en una primera ronda o en el posible balotaje.

La turbación, además de tocar a la  puerta de varias agrupaciones políticas, llegó también a otros sectores, provocando su pérdida de la compostura. Sobresale, entre estos, un medio de comunicación, el cual, más allá de su línea editorial, emplea todos los recursos a su alcance para expresar su oposición, en específico, a un partido político y a su candidato, dejando de lado el recato propio de la noble labor informativa. La última decisión, difícil de calificar, ocurre mientras elaboro estas anotaciones, ¡No publicar los resultados del estudio de opinión encargado, como es lo usual, a una prestigiosa empresa encuestadora!¡Más difícil de digerir resulta aún, alegar lo inconveniente de su publicación, desdeñando el criterio de sus lectores, y endosando las críticas a esta incomprensible actuación, a la supuesta presencia de una suerte de “teoría de la conspiración”!¡Válgame Dios!

Cuando los expertos efectúen sus análisis, una vez concluida la elección, encontrarán en el enfado ciudadano uno de los aspectos más relevantes en este crítico momento en la vida política de la nación. El descontento de la ciudadanía, con una expresión evidente en el período electoral, se había manifestado en diferentes momentos y en relación con varios proyectos, los cuales, por la indignación ciudadana, hicieron recular a las autoridades gubernamentales en su intento de ejecutarlos, sin reparar en la postura de la población sobre estas iniciativas. Los frecuentes casos de corrupción y los escándalos ligados a ellos, aderezan el malestar y enrarecen la convivencia ciudadana.

A diferencia de otras realidades, en Costa Rica la indignación se volcó al proceso electoral y podría provocar una destacada asistencia a la emisión del sufragio. ¿Cuál será al final el comportamiento de los electores?¿Cuál es la magnitud de ese disgusto de la ciudadanía y cómo se expresará en las urnas?¿Será más fuerte los temores originados en la denominada como la “campaña del miedo”, a la cual se han sumado hasta los candidatos y los partidos políticos que nadie se lo hubiera imaginado o se impondrá la indignación? Esto lo sabremos en muy pocas horas, al conocer el resultado de estas elecciones.


Es hora de acudir con alegría a las urnas y depositar nuestro voto sin aprensiones ni presiones externas, poniendo por delante nuestras más hondas convicciones y pensando en la posibilidad real de contribuir a retomar el rumbo incluyente de nuestro desarrollo. Depositar el voto con confianza, ánimo y esperanza, con la certeza de la solidez de nuestra democracia y de que en este proceso, sin duda, ha crecido en su fortaleza. ¡A votar!

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