sábado, 19 de abril de 2014

“VOLVER A LAS RAÍCES…”

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Uno de los principales mensajes enviado a los electores por el Partido Liberación Nacional (PLN), durante la pasada campaña electoral, apuntaba al compromiso de volver a sus raíces socialdemócratas, aunque nunca se ahondó en el significado de aquel retorno, ni se explicó el sentido de tal propuesta. Tratando de leer entre líneas y de interpretar lo afirmado por algunos destacados miembros de esa agrupación política, pareciera tratarse de darle un viraje a las posiciones en las cuales se acomodaron hace unos cuantos decenios y en cuyos estrechos cauces se han sentido muy a gusto otros de sus dirigentes y,  en parte,  las  coaliciones de poder, con intereses muy claros y con una elocuente representación en el proyecto político y económico del otrora partido socialdemócrata.
Esas posiciones, generadoras de un áspero malestar ciudadano, con una constante presencia en la vida social y política del país, con intermitentes expresiones de descontento, un día sí y otro también, ante controversiales decisiones legislativas y gubernamentales, así como frente a las constantes denuncias de corrupción, encuentran su más abierta manifestación de oposición en el recién pasado torneo electoral.
El contundente no al continuismo, dicho de manera mayoritaria por la ciudadanía, mediante su voto, condujo a la peor derrota sufrida por este grupo político desde su fundación, aderezada con el insólito hecho del retiro de su candidato en plena segunda ronda electoral, ante el desconcierto, en primer lugar de su militancia, así como de su dirigencia y de todos los involucrados en la contienda electoral. La inusitada noticia traspasó con rapidez las fronteras y fue material para los comentarios políticos internacionales, hasta el final de la elección.
No se cuenta aún con una explicación convincente sobre el inesperado retiro del aspirante presidencial liberacionista, ni de su actuación, con la cual precipitó al abismo electoral a su partido.
Dos preguntas quedan pendientes de responder para quienes acometan la tarea de analizar con detenimiento lo sucedido en este proceso eleccionario. Por una parte, ¿el freno al continuismo, dictado por los votantes, fue el castigo ante unas reiteradas  malas gestiones y la ausencia de transparencia en la administración gubernamental del PLN o es también una muestra de desaliento con la orientación de las políticas instauradas en el país desde los años 80? Por otra parte, ¿Cuán profundos son los cambios experimentados por la sociedad costarricense y por su sistema político y hasta donde les resulta posible a los partidos más tradicionales renovarse o refundarse?
Hace diez años se publicó un trabajo elaborado por el hoy presidente electo, Luis Guillermo Solís, y  el politólogo Felipe Alpízar, sobre la crisis enfrentada por el PLN luego de sufrir dos derrotas consecutivas (1998 y 2002) y acerca del futuro de esa agrupación política. Señalan los autores lo siguiente:
             “En el caso del PLN esta situación es todavía más crítica pues no solamente está obligado a ganar las elecciones presidenciales y aumentar su representación legislativa y municipal. También deberá simultáneamente, si quiere preservarse como movimiento político de primer orden en el siglo XXI, emprender su refundación y completarla. Hacer lo uno sin lo otro conllevaría, por un lado, la posibilidad de que se ganen las elecciones pero se pierda el futuro; o a que, en el caso contrario, se pierdan las elecciones y no haya futuro al cual llegar con un partido transformado. El reto es por lo tanto doble y, también, ineludible” (Solís y Alpízar, 2004:7) (Las negritas son mías).
            Como lo sabemos ahora, se hizo lo uno pero no lo otro, se ganaron las elecciones del 2006 y del 2010, sin emprender la refundación y sin visos de tan siquiera proponérsela. Por el contrario, los dos triunfos alcanzados reforzaron sus prácticas y se olvidaron de la trasformación.  ¿Se habrá perdido el futuro, según lo vaticinaban Solís y Alpízar?
Mientras tanto, los electos como diputados liberacionistas, de acuerdo a lo divulgado por los medios, parecen moverse en el sentido opuesto a su propuesta de regreso a la socialdemocracia. Dicen estar tratando de construir una alianza con las agrupaciones más conservadoras representadas en el parlamento, con una manifiesta intención de acceder al control del directorio legislativo y, de esa manera, generar un bloque opositor a la concreción de los cambios propuestos por el candidato vencedor, con el respaldo mayoritario de los electores. Con una actuación de tal naturaleza demuestran haber hecho una mala lectura de los acontecimientos y del palmario mensaje enviado por la ciudadanía, en este aleccionador proceso electoral del 2014.


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