miércoles, 22 de abril de 2020

Un respiro necesario: el paso ¿momentáneo? del show business a la ciencia…

La entronización del pensamiento único, ideología devastadora, sustento de la sociedad mercado céntrica, lleva aparejado la liviandad del pensamiento, los análisis movidos en la cresta de las olas, sin intención de profundizar en el conocimiento de los procesos sociales, la comunicación tipo tweet, centrada en lo banal y en la distracción, individualizando y evitando los cuestionamientos a un orden establecido de una vez y para siempre. 

Resaltar al individuo y maximizar las potencialidades del mercado y las virtudes del empresario, negar la existencia de las relaciones sociales, refutar la relevancia de las ciencias dedicadas al estudio de la sociedad, invisibilizar a intelectuales y científicos cuyos pensamientos resultan perturbadores, anteponer la competencia a la solidaridad, lo privado por sobre lo público. Disminuir las capacidades del Estado y del sistema institucional, menoscabar a los funcionarios públicos, así como a las organizaciones sociales y satanizar, en forma constante, la política y a los políticos, sobre todo cuando sus propuestas resultan antagónicas con sus postulados. Estas son parte de las manifestaciones ideológicas habituales, transmitidas por medios, redes sociales y voceros con un papel protagónico en la vida cotidiana de nuestras sociedades.

El predominio del show business en la denominada sociedad del espectáculo, colocó en el primer plano a personajes de la farándula, el deporte, los propios medios e influencers, así como a hombres y mujeres de letras, poco cuestionadores de su entorno, aunque sí de la individualidad y de los comportamientos ajenos o limitantes de la competitividad y la forja de su propio destino. El llamado anti intelectualismo sentó sus posaderas en los sitios generadores de juicios y la calificación de privilegiados y miembros de un olimpo distante de las necesidades más apremiantes de la población se extendió por el tejido social. Salvo, desde luego, los espacios disfrutados con bondad por intelectuales orgánicos, columnistas y expositores de medios, críticos perennes del Estado y alineados con un camino cuyos obstáculos más categóricos son las regulaciones, los burócratas y sus canonjías y las ineficientes empresas e instituciones estatales.


En este mundo en el cual el entretenimiento y sus protagonistas cumplen el incalculable valor de ocultar exclusiones y desigualdades, ¿A quién le interesa las detenidas e innovadoras investigaciones de los científicos en sus laboratorios? ¿Qué importancia tienen para el desarrollo de la economía y la superación de las creciente pobreza el cultivo de las artes y de las letras? ¿Cuáles son los aportes de los estudios de las ciencias sociales, con los cuales se trata de ahondar en el conocimiento de los diversos procesos, manifiestos o larvados, existentes en la sociedad? ¿Quién presta atención a los estudios ambientales cuyos resultados pueden afectar de manera negativa el uso del suelo, generando regulaciones indeseables, o el desarrollo productivo y las exportaciones? ¿Tiene sentido invertir en la generación de nuevas variedades de semillas o de nuevas técnicas agrícola y en la investigación y el fomento agrícola cuando por medio de las importaciones se pueden llenar nuestras necesidades de alimentos? ¿Cuántas veces no escuchamos estas interrogantes, con respuestas ya adelantadas, para justificar decisiones, estrategias y políticas? ¿No han sido las contestaciones a algunas de estas preguntas el fundamento para proponer la reducción de presupuestos de universidades públicas y de centros de investigación científica y tecnológica y de los calificados como privilegios de investigadores y académicos?

Todo esto seguía su curso normal hasta la aparición de un virus cuya presencia produjo un quiebre en la sociedad, con una temporalidad y un impacto difícil aún de percibir en toda su magnitud. No soy muy optimista en relación con el surgimiento de una reorientación en la ruta del desarrollo seguida en este período histórico. Si algo nos enseña el pasado es la errónea consideración del automatismo de los cambios políticos o de los caminos trazados para darle continuidad a la reproducción del capital. Las correlaciones de fuerzas entre diversos actores sociales y políticos y su movilización son los elementos fundamentales para marcar el curso de los acontecimientos. 

¿Hasta dónde las consecuencias de la crisis sanitaria- tales como la paralización de sectores clave de la economía, la caída de los mercados, el uso de monumentales montos de recursos financieros para salvar empresas y empleos, compensar a los afectados con la crisis  e invertir en los sistemas de salud para atender la inesperada ola de contagios; así como, el cierre de pequeñas y medianas empresas sin condiciones para sostenerse ante la inestabilidad surgida de repente-; podrían modificar las relaciones de poder? ¿Pueden estas nuevas condiciones generar una reactivación y articulación de actores alrededor de proyectos y propuestas sustentadas en las lecciones brindadas por la crisis humanitaria vivida hoy, en el sentido de la incapacidad de los mercados para responder a una situación en la cual se ve involucrada toda la sociedad y del rol insoslayable, estratégico, esencial,  desempeñado, en las diversas dimensiones del proceso (sanitaria, económica, política, institucional, ambiental, cultural), por el Estado y los sistemas institucionales públicos? No solo para atender las demandas sociales originadas con la pandemia, sino para sentar las bases de la venidera reconstrucción.

Hasta el momento los grupos de poder fáctico, acostumbrados a marcar rutas desde sus propios espacios de comunicación social o desde el aparato estatal, acompañados por sus más connotados voceros, no muestran ninguna modificación en sus proposiciones de medidas al parlamento y el gobierno. Reducción de salarios, cierre de instituciones, eliminación arbitraria de derechos de los trabajadores públicos y privados (en el caso de Costa Rica facilitar el despido y la reducción de jornadas laborales, no pagar el aguinaldo, las anualidades, ni el salario escolar), impuestos temporales a los salarios de los funcionarios públicos y oposición a cualquier intento de establecer algún tributo a los grupos de mayores ingresos. Sentados frente a las pantallas del televisor miles de personas perciben, algunos con cierta perplejidad, otros confirmando sus suposiciones y otros aplaudiendo con satisfacción, cuál es, sin reservas, el proyecto de quienes han trazado los senderos del desenvolvimiento de la nación desde hace más de tres décadas.

No será fácil, ni automática, la reorientación del desarrollo a partir de los desafíos comunes enfrentados por nuestra sociedad. No se vislumbran aún en el panorama político la voluntad de convocar a los diversos actores sociales, políticos y empresariales a un diálogo generador de propuestas equilibradas, con las cuales se distribuyan equitativamente sacrificios y beneficios de la acción estatal y con el firme propósito de favorecer a quienes, excluidos desde las fases previas a la pandemia, ven sumergirse sus esperanzas en la incertidumbre y el abandono de un sistema cuya lógica de funcionamiento los parece rechazar. ¿Se reacomodarán las cargas y volverá todo a la normalidad previa al Covid-19?

Mientras tanto, se reafirma en la sociedad la importancia irrefutable de la ciencia, la investigación, la protección del ambiente y la cultura en la vida social. Con muy pocas excepciones, no se discute en este álgido momento la relevancia de las inversiones en la formación de profesionales de calidad, con las capacidades requeridas para responder a las exigencias de la crisis, efectuadas por el país a lo largo de los años. Queda en evidencia la posición sustancial del sistema público de salud, su infraestructura y su presencia territorial, para dar respuesta a situaciones imprevistas y a demandas inesperadas, como las enfrentadas en estas largas semanas. 


Los esfuerzos llevados a cabo por fortalecer la producción nacional y la agricultura familiar, considerada inútil por aquellos cuya única opción lo constituían las exportaciones agrícolas y agroindustriales. Todos recordamos el término de agricultores viables, con el cual se centraba la política y la atención del Estado en los agricultores en capacidad de reconvertir sus unidades productivas y dedicarse a la producción para el mercado exterior. Hoy, la semiparalización de los mercados internacionales y la continua demanda por parte de la población nacional, coloca a los productores de alimentos en un lugar estratégico en la sociedad. Los porfiados campesinos y su insistencia de mantener sus actividades productivas, pese a las adversidades, así como de los profesionales y técnicos decididos a apoyarlos en su terquedad, demuestran su imprescindible papel como proveedores de medios esenciales para la subsistencia de las familias.

Los espacios principales de los medios de comunicación pasaron a estar ocupados por biólogos, bioquímicos y químicos, médicos de diferentes especialidades, psicólogos y psiquiatras, economistas y especialistas en gestión de la información, entre otros. Muchos de ellos desconocidos para la mayoría de las personas, pues su destacada labor se desarrolla en el ámbito académico y en otras instituciones públicas o privadas, con excelencia y discreción, muy alejada de medios y redes sociales. Ese es el resultado de la cuestionada inversión pública efectuada por la sociedad costarricense en la educación en todos sus niveles, con especial distinción, en este caso, en su educación superior y en su investigación científica y su vinculación con el medio social. 

Por un rato pasaron a un segundo plano, aunque tratan de asomarse por alguna rendija, los tradicionales personajes con los cuales llenan sus espacios los medios de comunicación. Hoy brilla la ciencia, los científicos y los centros de investigación e interacción con la sociedad, construidos gracias a muchos años de inversión de una sociedad capaz de resistir a los intentos de recortarle sus recursos y cuya valoración positiva de sus centros de enseñanza y generación de conocimientos han sido su principal sostén. 

Algo ha andado mal en la sociedad, es de esperar de la humanidad el entendimiento y la voluntad para enderezar el rumbo.

martes, 4 de febrero de 2020

Naranjo y los resultados electorales...

Muchos análisis sobre los resultados de las elecciones municipales generalizan y tratan de mirarlos con la misma perspectiva con la cual se ven los comicios nacionales. Estas elecciones deben ser percibidos en el marco de los procesos cantonales, los que no siempre coinciden con las dinámicas nacionales, ni son simples reproducciones de estas.
En varias oportunidades, por ejemplo, se apunta a la alta abstención, en forma general, como una de las condiciones más relevantes, por supuesto no la única, del éxito en la búsqueda de la reelección de los alcaldes. A esta razón se suma la de la fortaleza organizativa local o cantonal de las diversas agrupaciones políticas y en otras el clientelismo instaurado en el cantón. Todas ellas plausibles, pero no necesariamente aplicables a todos los casos.
Pero, pocas veces, por las limitaciones para descender al ámbito local, se mencionan la aprobación ciudadana a la gestión del gobierno local como la principal, o una de las más relevantes razones, para haber conseguido una reelección. Resultado obtenido, en varios cantones, no en todos, con el respaldo de votantes pertenecientes a diversos partidos políticos o quienes anteponen a las personas y colocan en un segundo plano al partido que postula al candidato.
Esto, desde luego, debe examinarse en el ámbito cantonal en donde se pueden identificar con claridad los resultados alcanzados por los postulantes y las razones por las cuales se producen estos y no otros. En este sentido, la interpretación sobre los “resultados nacionales” obtenidos pierde certeza cuando se hace una simple sumatoria de las votaciones alcanzadas en los 82 procesos eleccionarios efectuados el día de ayer. Es en ese ámbito en donde se puede identificar el peso de las redes de clientela en los resultados conseguidos o el de la organización y capacidad de movilización de los partidos políticos (cantonales o nacionales) o la reprobación ciudadana acumulada y no atendida por esas agrupaciones, originando resultados no esperados...por los partidos, aunque sí por los votantes.
Revisando los resultados de mi cantón de nacimiento y en el cual pasamos buena parte de nuestros días (y desde donde comparto estos apuntes), se constata una situación de mucho interés, en donde la realidad rebate algunas de las afirmaciones más generales. Como lo suponíamos muchos, y al concluir el proceso la gran mayoría de los habitantes, Juan Luis Chavez lograría su reelección como alcalde del cantón de Naranjo. El reconocimiento muy amplio a su gestión y el sentimiento según el cual la municipalidad está dando respuesta a muchas de las necesidades más sentidas de la población (los munícipes), inclinó el voto de la ciudadanía a su favor, con un apoyo multicolor. La elección estuvo acompañada de fuertes debates en los medios cantonales y en redes sociales y eso, entre otras cosas, animó la elección.
Al final, como se puede ver en el gráfico, emitió el sufragio más del 43, 96% de los votantes inscritos y Juan Luis ganó la elección con un 73, 69% de los votos (datos faltando el conteo de 3 mesas)...
Cada una de las 82 elecciones llevadas a cabo el día de ayer ocurren en un entorno territorial con sus propios procesos políticos y con condiciones particulares, sin estar, desde luego, aisladas del contexto nacional. Pero, estas condiciones pueden tener una mayor importancia explicativa al buscar entender los resultados alcanzados en uno u otro cantón por los partidos participantes en la contienda...



sábado, 25 de enero de 2020

Más excluidos, ahora del fútbol

La apetencia por obtener cada vez mayores ganancias, enceguece. La obsesión, a pesar de las experiencias del entorno, no permite medir las consecuencias de decisiones percibidas o divulgadas como una especie de curso natural de los acontecimientos. Los costarricenses, de los más diversas condiciones socioeconómicas, son amantes del fútbol y, para gran parte de ellos, su principal diversión. A muchos les resulta difícil acudir a los estadios, entre otras cosas, por sus cada vez más prolongadas e intensas ocupaciones, por la lejanía de su lugar de residencia o por los prohibitivos costos que conlleva asistir a los centros deportivos para gozar de estos espectáculos comerciales y deportivos. 
Ante esa circunstancia, el disfrute de su afición encuentra en las transmisiones televisivas el medio preferido o la única forma de muchas familias para acceder a esta masiva y global diversión. En Costa Rica, según SUTEL (2017), el 97.5% de los hogares cuenta con servicios de televisión. El 69% por ciento está conectado a los diversos servicios de televisión por suscripción, la mayoría de ellos a TV por cable, pero con un creciente registro en la TV satelital. Pero resulta destacado el 28,5 por ciento de los hogares con acceso solo a la televisión abierta y el 2.5% sin acceso al servicio (31% de los hogares). 
La decisión adoptada en primer lugar por Tigo y los equipos de fútbol a quienes han comprado los derechos de transmisión de sus encuentros y ahora por Repretel y Canal 7 y los equipos con quienes mantienen prolongadas relaciones contractuales -entre los cuales se cuentan las escuadras más populares del país-, en el sentido de eliminar las emisiones por televisión abierta, tendrá efectos en una población con un acumulado sentimiento de exclusión de muchos de los servicios ofrecidos en una sociedad en la cual se siente cada vez más extraña, más alejada y con una carga creciente de enfado. ¿Cómo sentirse parte de una sociedad que te estruja y te limita el gozo de aquellas diversiones o servicios de los cuales a lo largo del tiempo has disfrutado? ¿Tiene necesariamente el crecimiento de los negocios y la generación de mayores ingresos en el mundo del espectáculo un carácter excluyente? ¿Existe la posibilidad de que el canal de TV estatal compre también los derechos de transmisión al nuevo canal y retransmita en forma abierta los juegos pensando en aquellos hogares sin posibilidad, a partir de febrero, de ver desde sus casas los partidos de fútbol?¿Será comercial y técnicamente posible esto?
Es previsible, a partir de este “avance” o “modernización” del negocio futbolero, el surgimiento de un aumento de las suscripciones a los servicios de televisión por cable de familias en capacidad de sacrificar el consumo de otros bienes y servicios en su hogar para poder disfrutar de su diversión. Eso sería lo esperado por las cableras. En otros casos, como ocurre en los países en donde no existe la difusión abierta de los partidos de fútbol, las personas mayores de edad acudirán a bares u otros sitios en los cuales se ven los partidos mientras consumen bebidas alcohólicas o alimentos expedidos en ellos. Los excluidos, en estos casos, serán los niños y, tomando en cuenta las características de la cultura predominante, buena parte de las mujeres. No obstante, no se puede ocultar el efecto de esta decisión en un número significativo de hogares para quienes la posibilidad de disfrutar del fútbol será un recuerdo del pasado, arrebatada por los bárbaros de la modernidad, según los denominó Baricco (Anagrama, 2008), para quien “Los bárbaros llegan de todas partes”.
La relación entre los mapas sobre el índice de desarrollo social distrital, en el cual se observan las zonas en donde predominan los quintiles de la población de menores ingresos, I y II (rojo intenso y rosado), y las coincidencias con los datos de Sutel sobre las zonas en donde se encuentran los porcentajes más bajos de suscripción a servicios de televisión, menor de 12,93% y de menos de 12,93% a 15,56% (los verdes más tenues), nos dan una idea de entre quienes se concentrarán los efectos de una nueva restricción a los elementos generadores de convivencia, cohesión e integración social. No será tal vez el aspecto más relevante, pero sin duda sí una diversión tradicional y para muchas familias importante en su cotidianidad doméstica. 

Costa Rica. Suscripciones al servicio de televisión por suscripción por cada 100 habitantes según cantón, 2017 
Menor de 12,93 % 
De 12,93 % a 15,56% 
De 15,57 % a 17,81 % 
De 17,82 % a 22,10% 
Más de 22,10% 


 











Fuente: SUTEL, Dirección General de Mercados, 2017 y MIDEPLAN, 2017.



domingo, 15 de septiembre de 2019

EN EL DÍA NACIONAL...


EN EL DÍA NACIONAL…
La celebración de las fiestas patrias es un momento de gran trascendencia para la ciudadanía. Diversos actos y símbolos generadores de identidad, abonan, en la dimensión espiritual, a nuestra cohesión social y a nuestra identificación como nación democrática e independiente. Como lo sabemos, la cohesión social también incluye, al menos, las dimensiones económica, social y política para que sea tal.

Los marchas escolares y colegiales, el recorrido de la antorcha de la independencia por todos los rincones del país, los desfiles de faroles, plenos de entusiasmo entre la niñez y sus familiares, el canto del himno nacional y de la patriótica costarricense, entre otros eventos, reverdecen los sentimientos de pertenencia e identidad.
Cuando observamos o somos partícipes de esta fiesta nacional, con emotivas expresiones locales, recordamos las semillas  esparcidas en las escuelas por nuestras maestras y maestros, sembradores de los elementos básicos que nos identifican como sociedad. La inmensa labor de los educadores y las educadoras, llevada a cabo con tenacidad y en muchos casos con sacrificio, es de reconocimiento obligado, con independencia de cuanto esfuerzo deba hacerse por mejorar la calidad de la educación.
Hijo de una maestra rural, viví muy de cerca la magnitud del trabajo desplegado por aquella inteligente y humilde mujer, colocando toda su energía, sentimientos y conocimientos en su tarea formativa, en la cual ponía ímpetu y amor.  Siendo parte de una familia numerosa, recuerdo hoy como entonces, cuanto nos gustaría a los hermanos y hermanas disfrutar de un poco más de tiempo con nuestra mamá, pero entendíamos plenamente, por sus claras explicaciones y el ejemplo de vida, su noble tarea. Aprendimos a disfrutar con intensidad aquel tiempo que era posible compartir con ella, luego de cumplir con su trabajo doméstico y las tareas escolares, gran parte de estas ejecutadas en el hogar.
Por eso duele, en un período en el cual la mediocracia se ha posado en nuestras principales instituciones republicanas, los discursos vacíos y confrontativos pronunciados por altas autoridades, en los cuales se llama vagabundos a quienes piensan diferente o se insiste en colocar al Estado, sus instituciones y sus funcionarios como el asiento de todos los males y de todas las faltas de virtud, cosechando aplausos en un pequeño sector de la sociedad y vanagloriándose del daño causado a muchos.
Hoy, lo políticamente correcto es ejercer la crítica despiadada, sin importar si se cuenta con evidencias, si la fuente son las ideas preconcebidas o si estas responden a posiciones ideológicas o intereses muy particulares. Informes institucionales, medios, gacetilleros y columnistas, ponen su acento en todo lo inicuo o pernicioso asentado en el denominado sector público, donde pareciera no existir nada meritorio, ni digno de preservar.
Hoy, por fin, se desveló el contenido del cambio prometido por la agrupación que tanto lo pregonó. Matricularse en el denominado “pensamiento único”, no por la ausencia de pensamientos diversos, sino por ser el único al cual se dio carta de legitimidad o de validez, pese a los rotundos fracasos repetidos una y otra vez, en todos los ámbitos de la vida social, en muy diferentes latitudes, conducirá a tiempos muy difíciles.
Es de esperar que nuevas corrientes y actores permitan equilibrar la desnivelada correlación de fuerzas instalada en el sistema institucional y el país retorne a la senda de la cohesión y el bienestar social, fuente de sus principales fortalezas. Eso nos permitiría seguir repitiendo con fervor el ¡vivan siempre el trabajo y la paz!

domingo, 15 de julio de 2018

FÚTBOL Y VISIONES EXCLUYENTES...

Una de las formas de exclusión social más generalizada en la sociedad actual es la que se produce por la condición étnica de las personas. Los difíciles caminos de la inclusión social abarcan campos muy diversos, entre ellos el deportivo. Con motivo de la celebración del campeonato mundial de fútbol, uno de los espectáculos globales de mayor relevancia, han aparecido numerosos comentarios y notas en las que, a veces sin quererlo, se excluyen o se les niega a los futbolistas su pertenencia a su sociedad. Esto ha sido muy evidente en el caso de los jugadores franceses, la mayoría de ellos afro-franceses, nacidos muchos de ellos en Francia o en las excolonias francesas, algunos de ellos con doble nacionalidad.

En todo caso, franceses, aunque un político de la extrema derecha de ese país expresara su disgusto por la existencia de tantos futbolistas “negros” en el equipo nacional de Francia. En otro momento un político socialista francés, según lo relata el periódico Marca de España expresó los siguiente: "Este país me da vergüenza. Dentro de poco habrá once negros cuando lo normal sería que hubiera tres o cuatro", manifestó el socialista Georges Freche, presidente de la región de Languedoc-Rosellón (sur de Francia). Estas declaraciones llevaron al presidente Jacques Chirac a emitir un comunicado recordando la constitución del país: "La República Francesa garantiza la igualdad de sus ciudadanos, sin distinción de origen o religión"(Marca: 01/06/2016).

Lo destacado y lo que habla muy bien de Francia es que solo una minoría ha expresado su pensamiento excluyente, siendo reafirmado con la conformación de su equipo el carácter multicultural de la sociedad francesa contemporánea. Un momento simbólico muy significativo fue el de la entonación de los himnos nacionales al inicio del partido semifinal disputado el día de hoy. Las imágenes mostraban a los futbolistas afro-franceses entonando su himno abrazados con sus compañeros de selección, dejando patente su sentido de pertenencia a esa nación. Hoy miles de franceses celebran en plazas y calles de su país el paso a la final del torneo mundial de su equipo y de sus jugadores.

Por eso no resulta correcta esa intención de excluir de la selección francesa a quienes desde lejos son considerados no franceses (los numerosos integrantes de la selección afro-franceses), sumando a los pensamientos excluyentes con una fuerza creciente en varias de las sociedades europeas, aunque aún sigan siendo minoritarias; y, en el caso particular de Francia, continúe prevaleciendo la visión republicana según la cual “el pueblo francés está compuesto por todos los ciudadanos franceses independientemente de su origen étnico o sus creencias religiosas”.