miércoles, 9 de noviembre de 2016

ANTI ESTABLISHMENT

Los resultados del reciente torneo eleccionario estadounidense, se vuelven muy llamativos por ser para muchos inesperados, así como por el opaco perfil y el discurso “políticamente incorrecto” de quien fue el ganador en esa contienda. Pero, como bien lo señala el destacado periodista español Iñaki Gabilondo, Trump es solo el síntoma y este no debe confundirse con la enfermedad, la cual se encuentra en el trasfondo de este acontecimiento.

Lo primero que se debe tener presente es que no es esta una situación única o aislada, todo lo contrario, parece enmarcarse en una tendencia presente en varias de las democracias occidentales agobiadas por el descontento de la ciudadanía, el deterioro sufrido por los partidos políticos, la corrupción desbocada y la aversión a la política tradicional y a los políticos de viejo cuño, enquistados en el sistema: el establishment político.

Hoy son evidentes las consecuencias ocasionadas por las uniformes políticas económicas adoptadas desde hace ya varias décadas, unidas a la reducción drástica de algunos de los componentes básicos del sistema de bienestar, en el marco de las denominadas medidas de austeridad. La sociedad del bienestar fue construida en un mundo bipolar, a contrapelo de quienes colocaron siempre sus intereses particulares por encima del bienestar general. En la actualidad, en un mundo global y multipolar, son estos los portadores del pensamiento y el poder político, el cual se encuentra dominado por un sincretismo ideológico y programático tenazmente organizado y preservado. El panorama presente en muchas de las democracias occidentales es el de una ciudadanía colmada de desesperanza, incertidumbre, desconfianza y enojo. 

El desempleo y la precariedad laboral reinantes por doquier, la ausencia de oportunidades enfrentadas por grandes grupos de jóvenes, con independencia de sus niveles de formación, la reducción de los programas institucionales y las dificultades de acceso a la seguridad social, unidos a unas abismales y ofensivas desigualdades sociales, alimentan el descontento y crean las condiciones para la búsqueda de otros rumbos, aunque sean estos más inciertos que los seguidos en la actualidad.

Inglaterra, España, Grecia, Italia, Francia y ahora Estados Unidos, entre las más notables, son sociedades en las que movimientos y agrupaciones anti establishment, de muy distintos signos ideológicos, han logrado significativos avances, canalizando el reclamo y el enfado ciudadano hacia sus posiciones, obteniendo triunfos electorales en el ámbito parlamentario, nacional, regional o local.

La insistencia de las élites por mantener el rumbo, sin reparar en sus efectos negativos y en las cada vez más evidentes reacciones ciudadanas, continuará generando inestabilidad y creando el caldo de cultivo en el que crecerán los descontentos, florecerán los populismos y germinarán otras posiciones políticas con sus llamados a modificar el rumbo.


No son nuevos las apelaciones a introducir ajustes en un modelo que, como lo enseña la historia, mientras engendre desigualdades, exclusión y desesperanzas conducirá por los caminos menos esperados y deseados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario