viernes, 31 de enero de 2014

¡A VOTAR...!

Muy pocos días nos separan de un significativo día para la vida política del país. La elección de nuestros gobernantes, por medio del sufragio emitido por la ciudadanía, es la forma mediante la cual se dilucida el camino por recorrer, en una sociedad cuya determinación ha sido, durante un largo trecho de su existencia, la alternancia en la conducción gubernamental y en la integración de su parlamento.

 En esta oportunidad, hay muchos motivos para sentir regocijo por la posible revitalización de nuestra democracia y por el interés ciudadano de asistir a las urnas electorales, con la convicción de contar con diversas opciones ideológicas y programáticas, en un marco político alejado del sincretismo reinante durante los últimos tres decenios. El inusitado interés generado por el torneo eleccionario se debe, en gran medida, a esa posibilidad ofrecida de escoger, entre diversas opciones viables, aquella más cercana a las aspiraciones y demandas de los electores. Hasta el momento, es claro para la ciudadanía de que no todas las propuestas, como solía ocurrir en el pasado,  son únicamente variaciones entre grupos de interés portadores del mismo proyecto. En esta oportunidad sí hay diferencias y estas son substanciales.

Ese reverdecimiento de esperanzas e iniciativas se da en medio de un proceso con elementos novedosos, entre los cuales sobresale el indiscutible papel desempeñado por las redes sociales, como uno de los mecanismos de comunicación política más sobresaliente, y un medio por el cual la ciudadanía se tiende a apropiar del proceso electoral. Esta es una manera de entender, entre otras cosas, cómo algún partido, con una muy escasa publicidad en los medios convencionales de comunicación, puede estar entre los punteros en cuanto a las intenciones de voto en diferentes encuestas de opinión. Atrás quedan las formas tradicionales de hacer política y de enfrentar las elecciones en la secular democracia costarricense. Las elecciones son una clara manifestación del cambio en la realidad política del país y sobre la relevante función de las tecnologías en las actuales interacciones sociales.

Estas modificaciones, como queda patente en esta oportunidad, no han sido bien comprendidas por parte de todos los participantes en la contienda electoral. El clima confuso, con inesperados desaciertos y actitudes alejadas de una positiva convivencia democrática, por parte de algunos actores relevantes, desconocedores, algunos de ellos, de los valores más profundos en la cultura política costarricense -o dispuestos a recurrir a cualquier artificio para defender sus, grandes o pequeños, intereses particulares-; parecen responder al desconcierto provocado en ellos por esas insospechadas situaciones surgidas en el proceso por concluir, en una primera ronda o en el posible balotaje.

La turbación, además de tocar a la  puerta de varias agrupaciones políticas, llegó también a otros sectores, provocando su pérdida de la compostura. Sobresale, entre estos, un medio de comunicación, el cual, más allá de su línea editorial, emplea todos los recursos a su alcance para expresar su oposición, en específico, a un partido político y a su candidato, dejando de lado el recato propio de la noble labor informativa. La última decisión, difícil de calificar, ocurre mientras elaboro estas anotaciones, ¡No publicar los resultados del estudio de opinión encargado, como es lo usual, a una prestigiosa empresa encuestadora!¡Más difícil de digerir resulta aún, alegar lo inconveniente de su publicación, desdeñando el criterio de sus lectores, y endosando las críticas a esta incomprensible actuación, a la supuesta presencia de una suerte de “teoría de la conspiración”!¡Válgame Dios!

Cuando los expertos efectúen sus análisis, una vez concluida la elección, encontrarán en el enfado ciudadano uno de los aspectos más relevantes en este crítico momento en la vida política de la nación. El descontento de la ciudadanía, con una expresión evidente en el período electoral, se había manifestado en diferentes momentos y en relación con varios proyectos, los cuales, por la indignación ciudadana, hicieron recular a las autoridades gubernamentales en su intento de ejecutarlos, sin reparar en la postura de la población sobre estas iniciativas. Los frecuentes casos de corrupción y los escándalos ligados a ellos, aderezan el malestar y enrarecen la convivencia ciudadana.

A diferencia de otras realidades, en Costa Rica la indignación se volcó al proceso electoral y podría provocar una destacada asistencia a la emisión del sufragio. ¿Cuál será al final el comportamiento de los electores?¿Cuál es la magnitud de ese disgusto de la ciudadanía y cómo se expresará en las urnas?¿Será más fuerte los temores originados en la denominada como la “campaña del miedo”, a la cual se han sumado hasta los candidatos y los partidos políticos que nadie se lo hubiera imaginado o se impondrá la indignación? Esto lo sabremos en muy pocas horas, al conocer el resultado de estas elecciones.


Es hora de acudir con alegría a las urnas y depositar nuestro voto sin aprensiones ni presiones externas, poniendo por delante nuestras más hondas convicciones y pensando en la posibilidad real de contribuir a retomar el rumbo incluyente de nuestro desarrollo. Depositar el voto con confianza, ánimo y esperanza, con la certeza de la solidez de nuestra democracia y de que en este proceso, sin duda, ha crecido en su fortaleza. ¡A votar!

jueves, 16 de enero de 2014

EL RECURSO DEL MIEDO

Tomado de http://www.peatom.info/castilla-y-leon/114744
La inesperada evolución de la campaña electoral, llega a un punto en el cual se van decantando las fuerzas electorales con mayores posibilidades de acumular una votación suficiente para alcanzar una victoria, en la primera o en la segunda ronda del proceso, así como de obtener una posición con la cual contar con una importante fracción legislativa en el próximo cuatrienio. Sabemos de la tendencia a “quebrar el voto”, recurrente en nuestros torneos eleccionarios, pero esto no impedirá, a quienes obtengan los porcentajes más altos de sufragios a su favor, contar con una robusta representación  parlamentaria.

Visualizar las posibles situaciones originadas con el comportamiento mostrado por los electores, resulta de mucha importancia para vislumbrar el futuro político del país. Hoy, para las diversas agrupaciones, las energías deben estar puestas en la obtención de los mejores resultados en la primera vuelta, pero sin dejar de lado un muy posible balotaje y, sobre todo, la necesidad de alcanzar acuerdos en el período durante el cual les puede corresponder encabezar el gobierno nacional. Es, en este aspecto, en el cual lo sembrado durante el desarrollo de  la campaña electoral, puede tener consecuencias significativas en el futuro inmediato. 

Es, asimismo, en ese marco,  en el cual deben considerarse las consecuencias de embarcase en una campaña basada en el miedo, generadora de animadversiones y una acentuada polarización política, en un período en el cual se requerirá de diálogo, acuerdos y la suma de voluntades, sin exclusiones de ninguna naturaleza, para superar los desafíos enfrentados por el país.  Casarse con los grupos más conservadores de la sociedad, condicionará las decisiones a tomar en el futuro. Esgrimir argumentos falaces para generar temor y tratar de influir en el comportamiento de la ciudadanía, pasará la factura cuando se deban buscar acuerdos y sumar esfuerzos para responder a las expectativas de los propios electores, atraídos hacia sus posiciones, empleando para ello mecanismos espuriosComo bien dice el refrán, ¡Quien siembra vientos recoge tempestades!

Ha persistido, desde hace ya bastante tiempo, una suerte de ceguera, producida por una penetrante visión ideológica, a la cual se suma una defensa a ultranza de intereses particulares, cuya presencia impide percibir con nitidez lo ocurrido en el entorno. Esto lleva a posiciones inflexibles y reticentes a introducir modificaciones, lo cual, a la larga y de manera paradójica, genera un enorme riesgo para los propios intereses de continuar disfrutando de  los beneficios de la situación actual. Por este motivo, lejos de preguntarse por las condiciones existente a su alrededor, prefieren recurrir al uso de recursos detestables y a prácticas con una clara tonalidad anti democrática.

Se han preguntado estos grupos, entre otras interrogantes básicas, ¿cuál es el motivo por el cual  el candidato con el talante y las posiciones, a las cuales se oponen, atrae a un porcentaje tan importante de los electores? ¿Cuáles son las causas por las cuales los candidatos de los partidos tradicionales enfrentan tantas dificultades para convencer a los votantes? ¿Por qué, en un momento determinado, la ciudadanía puso en un lugar secundario la posición en el espectro político  ideológico de los aspirantes presidenciales? ¿Se ha reparado en cuáles son las motivaciones por las cuales se tiende a asistir a las urnas y elegir por las posiciones por las cuales están optando? ¿Es válido afirmar una supuesta inclinación a la izquierda de buena parte de los electores costarricenses? ¿Cómo se explica el comportamiento electoral de un significativo porcentaje de los (as) jóvenes costarricenses?

Volver la mirada a la ciudadanía les permitiría encontrar las respuestas a esas preguntas. El acumulado enfado ciudadano explica su actual comportamiento electoral. La demanda de cambio arraigada en la población responde a su hastío con la extendida corrupción, la ausencia de respuestas a sus principales demandas, a la ineficiente acción del debilitado sistema institucional y el sentimiento de deterioro en los servicios básicos y en sus condiciones de vida, en una sociedad polarizada, en la cual han crecido las desigualdades y, de manera gradual, se pierde la cohesión social.

Las modificaciones en los modelos de desarrollo generan ansiedades y preocupación en quienes se sientes confortables con el estado de las cosas. Si estoy dentro del grupo ganador y mis beneficios se han multiplicado, es preferible seguir así y no hacer muchas olas. Todos recordamos la época de los ajustes estructurales y la calificación de la oposición a los traumáticos cambios introducidos en la economía, las instituciones y la política con el concepto del “miedo al cambio” o la “resistencia al cambio”. Fueron abundantes los estudios y análisis con los cuales se trató de explicar aquel “irracional” temor y de influir en su aceptación. Es evidente en nuestras sociedades la necesidad de buscar el equilibrio perdido, algunos se resisten al cambio y están dispuestos a emplear cualquier recurso a su alcance para impedirlo.

El paso de una  sociedad “estado céntrica” a la actual sociedad “mercado céntrica”, permitió generar cambios significativos en las estructuras productivas y en la economía, pero tiende a concentrar los frutos del crecimiento y a provocar desigualdades y polarización social. La introducción de rectificaciones, con las cuales se procure un equilibrio entre Estado y mercado y la redistribución de los beneficios y las oportunidades, resulta indispensable para promover el desarrollo. Efectuar ese movimiento, al cual se opone el fundamentalismo del mercado, no es una tarea sencilla, pero debería ocupar un lugar preponderante en la agenda política del país.

Recurrir a la estrategia del miedo, creadora de polarización, puede ser efectiva en algunos grupos de votantes en la inmediatez de una campaña; pero sus perjuicios, a más largo plazo, serán difíciles de reparar y ahondarán las confrontaciones y desacuerdos en los cuales se ha enfrascado este país, desde hace ya bastante tiempo. Este ambiente enrarecido, así como  el crecimiento de la crispación política, multiplicarán las divisiones y harán brotar más “duendecillos” generadores de preocupación en quienes no pretenden rectificar, a pesar del manifiesto enfado ciudadano.


martes, 7 de enero de 2014

¡MOVERSE AL CENTRO!...

Ante las circunstancias originadas a estas alturas del desarrollo de la campaña electoral, pareciera imponerse, entre algunos de los partidos contendientes, un movimiento "al centro", desde la derecha y desde la izquierda.  Después de estar dirigidos durante largos años por gobiernos ubicados con claridad en el centro derecha o la derecha, a secas, pareciera resultar inconveniente ostentar esa ubicación en el actual espectro político y, sobre todo, ante el comportamiento incierto de una ciudadanía con un manifiesto enfado. La pesca de votos, según lo interpretan las agrupaciones políticas, se encuentra en el centro, posición tradicional de un amplio sector del electorado poco afecto, pese a sus enojos con algunas situaciones vivida por el país, con las soluciones consideradas extremas o radicales.

Tomado de http://www.prismablog.com/
Esta percepción de la realidad ha llevado, entre quienes puntean en los estudios de opinión, a ensayar un estratégico traslado hacia las posiciones centristas. Así, por ejemplo, el candidato del Partido Liberación Nacional (PLN), ha anunciado la vuelta de su partido a las posiciones o raíces socialdemócratas, abandonadas durante los últimos gobiernos liberacionistas.  José María Figueres, en declaraciones al periódico La Nación, reafirma esta posición al manifestar lo siguiente, “(…) En la medida en que el mundo se volcó hacia la derecha, los partidos del centro izquierda hicieron un poco lo mismo y nos alejamos de los principios. El PLN tiene raíces de donde echar mano para enrumbar el desarrollo de manera justa. Tenemos gente para volver a crecer” (LN, 05/01/2014:6A). Esto se traduce en un supuesto movimiento del centro derecha al centro, para lo cual se esperan las medidas propuestas para alcanzar tal propósito.

Un movimiento en la misma dirección, solo que desde las posiciones libertarias más radicales, nos viene anunciando el candidato del Movimiento Libertario (ML), colocado ahora, según pregona, en posiciones más maduras, moderadas y situadas en ese disputado centro. Aunque en este caso, la naturaleza de sus propuestas, acompañadas de un tono populista y conservador, orientadas a profundizar el modelo de desarrollo imperante, le dificulta completar el giro.

El Frente Amplio (FA), por su parte, autodefinido como una agrupación de izquierda, con un proyecto en respuesta a las condiciones y desafíos particulares de este país, con una posición cauta aunque con una aguda crítica, por sus propuestas y mensajes, pareciera más bien ensayar un giro electoral hacia el centro izquierda, aunque sufre la crítica de sus oponentes por una aparente ausencia de coherencia.

Luis Guillermo Solís, batallando entre las diversas corrientes presentes en su agrupación política, encuentra en la visión centrista su acomodo natural. Manteniendo su posición socialdemócrata,  resistió al movimiento a la derecha del PLN y hoy ostenta la candidatura del PAC, sin abandonar su colocación original. El candidato parece lucir cómodo en esa posición.

Pero, este comprensible movimiento táctico no puede desconocer una realidad tangible: buena parte del comportamiento electoral se sustenta en el descontento ciudadano y su manifestación más evidente es la del denominado “voto protesta”, con el cual se pretende castigar a quienes, desde su punto de vista,  no han hecho bien las cosas. El referente más inmediato para quienes así piensan, es la impopular gestión gubernamental vivida desde el año 2010. Sin entrar a analizar las virtudes o defectos de la actual administración, lo cierto es que la ciudadanía le ha asignado una de las peores calificaciones recibidas por gobierno alguno en los discutidos últimos treinta años. Estos (as) votantes no se mueven por motivos ideológicas o por determinadas posiciones políticas –derecho, centro o izquierda-. ¡El enfado es su motivación, el  escarmiento su disposición!

Otra parte significativa del electorado, con una posición más meditada y con menos motivaciones emocionales, forma parte de un sector considerable de la ciudadanía con un claro reclamo por la introducción de rectificaciones en el patrón de crecimiento económico adoptado desde los años ochenta, con el cual se modificó el estilo de desarrollo incluyente seguido en la instauración de la moderna sociedad costarricense. ¡La incertidumbre y el sentimiento de deterioro en su calidad de vida son sus motivos, la búsqueda de una opción que atienda a sus aspiraciones y le brinde seguridad es su inclinación!

La ruta seguida desde entonces, cuyo origen es por todos conocido, lleva a  colocar las exportaciones y la atracción de inversiones como el eje del crecimiento económico. La  desregulación de  la economía, la reducción en algunas de las funciones esenciales del Estado, el abandono de las políticas industriales y de fortalecimiento de la producción destinada al mercado nacional, sustituida por las crecientes importaciones, unido al menoscabo en los mecanismos de redistribución del ingreso y el detrimento de las políticas sociales de carácter universal, dándole prioridad a las medidas de focalización, generan una sociedad polarizada, con una importante diversificación y dinamización de la economía, pero con amplios sectores relegados de los beneficios de este proceso y viviendo en situación de exclusión social (abandonados por el Estado y por el mercado).

El insólito incremento en las desigualdades sociales, principal expresión del alejamiento de la incluyente y cohesionada sociedad costarricense, creadora de identidad con el sistema democrático y de bienestar social, reinante en el periodo de desarrollo vivido por el país hasta la década de los años 80, cuando se inicia su modificación, forma parte de las situaciones por las cuales, al cabo del tiempo, se produce la inconformidad, el disgusto o la indignación de importantes sectores de la población, no pertenecientes al grupo de los “ganadores” con el camino seguido por nuestra sociedad.

Es necesario apuntar, antes este panorama, de que no se trata de idealizar el pasado o de pretender volver a él, cual conservadores nostálgicos,  sino de propugnar por un país integrado en la sociedad gobal, generador de riqueza y crecimiento económico, pero con mecanismos mediante los cuales la mayoría de los costarricenses sean partícipes de los beneficios del desarrollo y se produzca una distribución equitativa de las oportunidades, con acceso a servicios públicos de calidad, medidas eficaces de protección social y formas de gestión gubernamental transparentes y participativas.

Más que de una declarada posición en el arco iris ideológico y político, es de esperar, por parte de los aspirantes a ocupar la silla presidencial, el conjunto de las medidas a adoptar para responder a las demandas y aspiraciones de una ciudadanía en apariencia dispuesta a emitir su sufragio, sin importar las coloraciones asumidas o asignadas a los candidatos y sus agrupaciones políticas, pero atenta a sus propuestas y a su desempeño en la contraposición  y el intercambio de ideas y proyectos que tendrá lugar en la recta final de este inusitado torneo electoral. 

En esta elección, los (as) jóvenes desempeñarán un papel central, miran con mucha atención el desempeño de los candidatos en los debates y seguirán con atención su comportamiento y sus proposiciones, al menos las de aquellos a los cuales los medios le brinden la oportunidad de darlas a conocer, durante las pocas semanas aún restantes hasta la cita del 2 de febrero.



martes, 31 de diciembre de 2013

VIDEO PRODIGIOSO


El fin del año 2013 nos llega en medio de una encendida campaña electoral, sin tregua y con unos visos de polarización solo comparables con los jaleos surgidos alrededor de la consulta efectuada para la aprobación del TLC. El al inicio percibido como un torneo electoral aburrido, ayuno de debates y cuyos predecibles resultados daban por seguro el continuismo, de repente se dislocó y la magia generada por los estudios de opinión lo transformaron en un elemento central en la vida de los costarricenses, acompañante destacado de las cenas navideñas y de los múltiples encuentros ocurridos siempre en estas fechas de tradicional celebración.

Durante la última semana la atención está centrada en el intercambio producido por la aparición de un video titulado “Nuestro nombre es Costa Rica”. El documento, elaborado por unos estudiantes, bajo la guía de un profesor, desató tal conmoción en las redes sociales y en algunos medios de comunicación, provocando situaciones inéditas en una campaña eleccionaria. Ministros, viceministros, los “intelectuales orgánicos”, otras autoridades gubernamentales y, desde luego, los operadores de la campaña han salido a tratar de rebatir con estadísticas y posiciones contrapuestas a lo expuesto en el atractivo video por aquellos atrevidos jóvenes, desconocedores de la “otra realidad”.

Sin efectuar un juicio de valor sobre el video, es indiscutible su mérito por haber logrado provocar una discusión situada más allá de las frases vacías, las propuestas de dudosa viabilidad y los trapos rojos con los cuales se trata de atemorizar a los electores. La producción condujo, a los diversos actores, a discutir lo muchas veces rehuido, el camino seguido durante las últimas tres décadas por el país y los resultados producidos por el cambio introducido en el patrón de acumulación a partir de los años 80. Eso lo tiene a su haber el prodigioso video.

En la pugna generada, entre los defensores de una sociedad costarricense idealizada o quienes ponen su acento en las enormes brechas y desafíos enfrentados, resulta muy relevante poner en la palestra la presencia de fenómenos que no podría ocultar ninguna ideología o posición política. Entre otras cosas, es indiscutible el gradual estallido de un descontento ciudadano acumulado, con múltiples expresiones, entre las cuales sobresale el propio comportamiento electoral. Este no es el invento de algunos grupos adversarios de la “nueva economía” y quienes niegan los supuestos grandes avances alcanzados.

Es, asimismo, innegable el deterioro sufrido por el sistema de seguridad social y la estampida de los grupos de más altos ingresos hacia los servicios de salud privados. Esto no es la invención de nadie, ni es producto de la ausencia de reconocimiento de las grandes virtudes del modelo de desarrollo adoptado hace tres décadas.

¿Quién podría negar el rezago existente en nuestra infraestructura, sufrida por todos los usuarios, el erróneo uso dado al instrumento de la concesión y la insuficiente inversión pública en este campo?¿Cómo esconder los frecuentes escándalos de corrupción denunciados, una y otra vez, por los medios de comunicación?¿De qué manera calificar el funcionamiento de nuestro sistema institucional y su incapacidad para atender las demandas y necesidades más sentidas por la población?¿Cómo desentenderse del abandono de la producción destinada al mercado nacional y de las familias vinculadas a la llamada “vieja economía”?¿Es posible negar el crecimiento de las desigualdades y la imposibilidad de disminuir el porcentaje de personas viviendo en condición de pobreza y el incremento de su número conforme crece la población? En el año 2012, el Estado de la Nación señalaba el doloroso hecho de que 1.140.435 personas viven en condición de pobreza, la cifra máxima en la historia del país, de los cuales 336.305 viven en condiciones de pobreza extrema. No obstante la existencia de estos contundentes datos, entre los múltiples gráficos dados a conocer en las redes sociales se deja de lado esta realidad.

Pero, de todas formas, lo más destacado es llegar al año nuevo con la discusión centrada en estos relevantes fenómenos vividos por nuestra sociedad. Es de esperar que, en vez de ocultar las grandes brechas y desafíos enfrentados por el país, el debate se oriente a dar a conocer las diversas propuestas y senderos por medio de los cuales cada agrupación política y cada aspirante presidencial espera solucionarlos y devolverle el carácter incluyente a nuestro desarrollo.













miércoles, 18 de diciembre de 2013

¿ELECTORES INCAUTOS Y DESINFORMADOS?

El inicio oficial de la tregua llega sin una pausa en las agitadas redes sociales, convertidas, junto a las visitas, reuniones privadas y sesiones de trabajo de los equipos partidarios, en el medio más utilizado para darle continuidad al fragor de la disputa electoral.

Los tamales navideños estarán acompañados, en esta época, por el tema eleccionario, encendido por los resultados de los estudios de opinión, divulgados durante las últimas semanas, y por la intervención abierta y parcializada de un conocido medio de comunicación, el cual, ante el inminente “peligro comunista”, en forma evidente dejó de lado su pregonado equilibrio informativo.

Sin proponérselo, diferentes actores, por lo general los pequeños grupos ganadores con la implantación de las políticas de desregulación, la apertura económica y la eliminación de los mecanismos redistributivos, con sus diatribas y el intento por infundir temor en los votantes, no han hecho sino colocar en el centro de la campaña al candidato objeto de sus ataques y preocupaciones. Levantaron su figura y entre más leña seca le pongan al fuego, por ellos prendido, más harán resaltar a quien aparece como la principal opción opositora a los largos años de malestar acumulado.

Las consecuencias de las percepciones de la ciudadanía, recogidas por los distintos estudios de opinión, tienen efecto, asimismo, en las estrategias de los partidos participantes en la pugna eleccionaria, en los acomodos de los distintos grupos ideológicos o de interés y en su posicionamiento, así como en las posibles alianzas vislumbradas hoy ante una eventual segunda ronda electoral.

Se revolvieron las aguas y cada vez se menean más, conforme saltan al torneo los viejos espíritus de épocas pasadas, con muy diversas tonalidades, ocultos en las profundidades, pero nunca extinguidos de la subterránea cultura política del país. La siempre riesgosa polarización social y política, acompañante perenne  en el proceso de desmantelamiento del modelo incluyente de desarrollo costarricense, amenaza, de nuevo, con su azarosa presencia, alentada por quienes emplearán todos los recursos a su alcance para ocasionar, una vez más, el desnivel de la cancha en la cual se disputa el partido.

Una llamativa situación, originada con el inesperado resultado de las encuestas, lo constituyen las variadas explicaciones al vertiginoso ascenso en las preferencias electorales de José María Villalta, candidato del Frente Amplio: ¡Los responsables son los medios de comunicación, por darle “tanta pelota” a este político inexperto!¡El problema es con los jóvenes quienes no saben mucho de política y están desinformados!¡Los culpables son los votantes incautos, desconocedores de las maravillas del mercado y de los males provocados por el Estado y la regulación!¡Los causantes de este desaguisado son los que a propósito ocultan los avances del país y los logros alcanzados en los últimos ocho años!

¡Cualquier explicación mágica resulta válida, para tratar de desvelar aquel insólito y perturbador fenómeno político!

Aunque durante varios años numerosos estudios e informes, así como significativos acontecimientos sociales, han advertido y mostrado el crecimiento sostenido del descontento ciudadano, el enfado acumulado con los políticos tradicionales,  la orientación de las políticas y el deterioro y ausencia del Estado, el malestar con la corrupción y la ausencia de transparencia en las gestiones gubernamentales y el desasosiego generado por la situación del empleo, la inseguridad, la exclusión y las desigualdades sociales, pareciera no resultar fácil la vinculación de estos fenómenos con las características adquiridas por la coyuntura electoral.

Un relevante desafío enfrenta Johnny Araya, el candidato del Partido Liberación Nacional, quien aún, por poco margen, encabeza las preferencias electorales. El aspirante presidencial nos anuncia un cambio en su estrategia electoral. ¿Renunciará además de su intento por buscar una contratación para dirigir el país, a la esperanzadora vuelta a las raíces socialdemócratas de su partido? ¿Lo llevará la búsqueda por afirmarse y por revertir la tendencia en las preferencias electorales a un incierto movimiento a la derecha en relación con su postura original? ¿Optará por ceder ante los proyectos de los posibles aliados a los cuales no recurría cuando encabezaba holgadamente los estudios de opinión y ratificaba su identificación con la socialdemocracia, de la cual fue portadora su agrupación política? ¿Tendrá en cuenta en este viraje las demandas y aspiraciones de los grupos mayoritarios de la población, pendientes de elegir y capaces de inclinar la balanza?

Algunas semanas restan para tomar una decisión y cada movimiento cuenta, sobre todo para atraer a los numerosos votantes dispuestos a acudir a las urnas y todavía dudosos en cuanto a quien finalmente favorecerán con su sufragio.