Me pareció interesante compartir con ustedes el relato de un amigo, casado con una ciudadana sueca, residente en su país de origen. Una de las medidas más populares adoptadas por el centro derechista gobierno de la Alianza por Suecia, ganador de las elecciones de 2006, fue una significativa disminución de los impuestos. Esta bien recibida decisión, asumida de manera muy positiva por la población sueca, en especial por las corporaciones y la numerosa clase media, favoreció la reelección de Frederick Reinfeldt, aunque perdiendo la mayoría absoluta en el parlamento, con la cual contó durante el primer cuatrienio de su gobierno.
Las familias sintieron, en un primer momento, una mejoría sustancial en los ingresos, como resultado de esa reducción en los tributos. Pero al cabo de pocos años, la satisfacción, de manera paulatina, se convierte en preocupación. Esto ocurre sobre todo cuando la ciudadanía debe recurrir al uso de las prestaciones sociales y percibe el deterioro sufrido en aspectos básicos tales como los servicios públicos de salud. La apertura a la inversión privada en el sistema educativo y en la salud, complementa la ruta de las reformas introducidas al Estado de bienestar, considerado por mucho tiempo como un modelo en cuanto a las posibilidades de alcanzar altos niveles de igualdad en el marco del sistema capitalista.
Para una población habituada a vivir en un generalizado y eficiente sistema de bienestar social, las reformas económicas e institucionales introducidas en su sociedad, así como la posibilidad real de perder la calidad en los servicios públicos, los lleva a meditar en la trampa de la disminución de los impuestos y en el credo compartido por varios seguidores alrededor del mundo, de acuerdo con el cual mantener bajos los impuestos, o su drástica disminución, favorecen el crecimiento de la economía, la generación de empleo y el bienestar de las familias.
Bajos impuestos es equivalente, ciertamente, a una restringida extensión y calidad de las políticas y los servicios públicos. Disminuir la carga impositiva es sinónimo, indefectiblemente, de crecimiento de las desigualdades sociales, el empobrecimiento y la exclusión social. El debate sobre el necesario equilibrio entre Estado y mercado encuentra en las posiciones divergentes entre más o menos gravámenes, la contraposición entre más o menos Estado, colocada en un lugar destacado de la discusión sobre la agenda del desarrollo, luego del fracaso sufrido por quienes trataron de instaurar un Estado mínimo.