domingo, 15 de julio de 2018

FÚTBOL Y VISIONES EXCLUYENTES...

Una de las formas de exclusión social más generalizada en la sociedad actual es la que se produce por la condición étnica de las personas. Los difíciles caminos de la inclusión social abarcan campos muy diversos, entre ellos el deportivo. Con motivo de la celebración del campeonato mundial de fútbol, uno de los espectáculos globales de mayor relevancia, han aparecido numerosos comentarios y notas en las que, a veces sin quererlo, se excluyen o se les niega a los futbolistas su pertenencia a su sociedad. Esto ha sido muy evidente en el caso de los jugadores franceses, la mayoría de ellos afro-franceses, nacidos muchos de ellos en Francia o en las excolonias francesas, algunos de ellos con doble nacionalidad.

En todo caso, franceses, aunque un político de la extrema derecha de ese país expresara su disgusto por la existencia de tantos futbolistas “negros” en el equipo nacional de Francia. En otro momento un político socialista francés, según lo relata el periódico Marca de España expresó los siguiente: "Este país me da vergüenza. Dentro de poco habrá once negros cuando lo normal sería que hubiera tres o cuatro", manifestó el socialista Georges Freche, presidente de la región de Languedoc-Rosellón (sur de Francia). Estas declaraciones llevaron al presidente Jacques Chirac a emitir un comunicado recordando la constitución del país: "La República Francesa garantiza la igualdad de sus ciudadanos, sin distinción de origen o religión"(Marca: 01/06/2016).

Lo destacado y lo que habla muy bien de Francia es que solo una minoría ha expresado su pensamiento excluyente, siendo reafirmado con la conformación de su equipo el carácter multicultural de la sociedad francesa contemporánea. Un momento simbólico muy significativo fue el de la entonación de los himnos nacionales al inicio del partido semifinal disputado el día de hoy. Las imágenes mostraban a los futbolistas afro-franceses entonando su himno abrazados con sus compañeros de selección, dejando patente su sentido de pertenencia a esa nación. Hoy miles de franceses celebran en plazas y calles de su país el paso a la final del torneo mundial de su equipo y de sus jugadores.

Por eso no resulta correcta esa intención de excluir de la selección francesa a quienes desde lejos son considerados no franceses (los numerosos integrantes de la selección afro-franceses), sumando a los pensamientos excluyentes con una fuerza creciente en varias de las sociedades europeas, aunque aún sigan siendo minoritarias; y, en el caso particular de Francia, continúe prevaleciendo la visión republicana según la cual “el pueblo francés está compuesto por todos los ciudadanos franceses independientemente de su origen étnico o sus creencias religiosas”.


viernes, 3 de noviembre de 2017

EL 4-F

Un nuevo proceso eleccionario está en camino, sin que hasta ahora haya logrado despertar el entusiasmo de la ciudadanía y sin involucrar resueltamente en él a unos electores cada vez más críticos y, al parecer, más pausados en sus escogencias.

Al paulatino deterioro de la imagen de los políticos y a un marcado alejamiento ciudadano de la política, se suman dos hechos significativos. Por una parte, el desencanto con un indefinido cambio al que de manera entusiasta dieron su apoyo, sin que al final del cuatrienio se perciba como tal. Por otra parte, la puesta en marcha de una trascendental acción legislativa, con un aparente inicial propósito electoral, que ha terminado extendiéndose en su funcionamiento y enlodando, sin proponérselo, a quienes menos se pensaba, ahondando la imperante suspicacia ciudadana, así como la vacilación de frente a la selección de las autoridades gubernamentales y legislativas.

Los efectos de las comparecencias celebradas en la comisión instalada en el congreso, por donde han desfilado integrantes de los tres poderes del Estado, salpican al sistema político y a factores esenciales de la institucionalidad del país. Hasta ahora la ciudadanía mira perpleja lo ocurrido y su primera reacción ha sido la de sumar a la aversión a la política. Esta situación, extendida más allá de lo esperado, a tres meses de la votación, encuentra su expresión en una proporción muy significativa de los electores indecisos y es posible, en un mayor abstencionismo el próximo 4 de febrero.

Tanto el desencanto ante la difusa propuesta del cambio no alcanzada, como la coyuntura originada con el escarbe legislativo, en un medio enrarecido por fenómenos tales como el debilitamiento profundo de los partidos políticos; el inacabado surgimiento de liderazgos renovados; la continuada fragmentación política y la dificultosa búsqueda de acuerdos; la presencia de operadores de justicia con una actuación que parece moverse entre la búsqueda de la verdad y el afán mediático y la tentación de ofrecer populares respuestas al generalizado clamor de escarmiento a los catalogados como perversos; el reforzado conservadurismo político y la acentuada mezcla de religión y política que aleja de la anhelada secularización del Estado; son algunos de los fenómenos que podrían aderezar un medio convulso y ocasionar la preeminencia de un líder no esperado o no deseado por muchos.

Con trece aspirantes presidenciales y una probable prolongación del multipartidismo en el parlamento, la incertidumbre en relación con la trayectoria que habrán de seguir las adhesiones electorales, causada por el alto porcentaje de posibles votantes indecisos -en medio de una campaña ausente de propuestas motivadores o movilizadoras, con un evidente desfase entre las orientaciones de las campañas y las impresiones, expectativas y apatías reinantes entre la ciudadanía-; no se deja espacio al crecimiento del de por si menguado entusiasmo democrático, a pesar de estar en las vísperas del día de la elección.

El incesante intento de manejo de las redes digitales por parte de los partidos políticos, la sórdida y agresiva campaña desplegada en varios frentes y la presencia en las redes sociales de numerosas personas informadas y otras con palmaria menor información, hondamente contaminada por los influencers o los troles partidarios, enturbian aún más las posibilidades de obtener los elementos requeridos para tomar una decisión más razonada, menos sustentada en las turbaciones del momento.


Aguijoneados por el nebuloso panorama político situado enfrente de la ciudadanía, los impulsos por sumarse al bando de los abstencionistas son considerables. No obstante, aunque la andadura es más trabajosa, es preferible seguir la ruta del votante informado. Diversos medios tenemos a nuestro alcance para acceder a la información y para tratar de superar prejuicios, manipulaciones y desinformación a la hora de tomar una decisión fundada. La secular democracia costarricense lo merece.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

ANTI ESTABLISHMENT

Los resultados del reciente torneo eleccionario estadounidense, se vuelven muy llamativos por ser para muchos inesperados, así como por el opaco perfil y el discurso “políticamente incorrecto” de quien fue el ganador en esa contienda. Pero, como bien lo señala el destacado periodista español Iñaki Gabilondo, Trump es solo el síntoma y este no debe confundirse con la enfermedad, la cual se encuentra en el trasfondo de este acontecimiento.

Lo primero que se debe tener presente es que no es esta una situación única o aislada, todo lo contrario, parece enmarcarse en una tendencia presente en varias de las democracias occidentales agobiadas por el descontento de la ciudadanía, el deterioro sufrido por los partidos políticos, la corrupción desbocada y la aversión a la política tradicional y a los políticos de viejo cuño, enquistados en el sistema: el establishment político.

Hoy son evidentes las consecuencias ocasionadas por las uniformes políticas económicas adoptadas desde hace ya varias décadas, unidas a la reducción drástica de algunos de los componentes básicos del sistema de bienestar, en el marco de las denominadas medidas de austeridad. La sociedad del bienestar fue construida en un mundo bipolar, a contrapelo de quienes colocaron siempre sus intereses particulares por encima del bienestar general. En la actualidad, en un mundo global y multipolar, son estos los portadores del pensamiento y el poder político, el cual se encuentra dominado por un sincretismo ideológico y programático tenazmente organizado y preservado. El panorama presente en muchas de las democracias occidentales es el de una ciudadanía colmada de desesperanza, incertidumbre, desconfianza y enojo. 

El desempleo y la precariedad laboral reinantes por doquier, la ausencia de oportunidades enfrentadas por grandes grupos de jóvenes, con independencia de sus niveles de formación, la reducción de los programas institucionales y las dificultades de acceso a la seguridad social, unidos a unas abismales y ofensivas desigualdades sociales, alimentan el descontento y crean las condiciones para la búsqueda de otros rumbos, aunque sean estos más inciertos que los seguidos en la actualidad.

Inglaterra, España, Grecia, Italia, Francia y ahora Estados Unidos, entre las más notables, son sociedades en las que movimientos y agrupaciones anti establishment, de muy distintos signos ideológicos, han logrado significativos avances, canalizando el reclamo y el enfado ciudadano hacia sus posiciones, obteniendo triunfos electorales en el ámbito parlamentario, nacional, regional o local.

La insistencia de las élites por mantener el rumbo, sin reparar en sus efectos negativos y en las cada vez más evidentes reacciones ciudadanas, continuará generando inestabilidad y creando el caldo de cultivo en el que crecerán los descontentos, florecerán los populismos y germinarán otras posiciones políticas con sus llamados a modificar el rumbo.


No son nuevos las apelaciones a introducir ajustes en un modelo que, como lo enseña la historia, mientras engendre desigualdades, exclusión y desesperanzas conducirá por los caminos menos esperados y deseados.