sábado, 8 de septiembre de 2012

EL CAMINO DE LA PAZ



El anuncio sobre el inicio de las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC, abre una esperanza a la finalización de un prolongado conflicto político y militar. La intranquilidad, la zozobra y el dolor vivido con mayor intensidad en los territorios en los cuales tienen o han tenido lugar los enfrentamientos entre guerrilleros, paramilitares y el ejército, encuentran una oportunidad de finalizar en tanto se logre un acuerdo mediante el cual concluya la injustificada confrontación. La noticia es recibida con una mezcla de optimismo y escepticismo por una población que, en su momento, presenció un muy publicitado y luego frustrado intento de negociación. La ruta de la paz es casi siempre sinuosa y empedrada.
Para los centroamericanos se encuentra aún fresca la difícil negociación y las presiones de diversa índole recibidas de varias fuerza opuestas al logro de un acuerdo de paz. La obstinada gestión llevada a cabo por el presidente Arias Sánchez, en conjunto con los otros presidentes centroamericanos, y con el respaldo de la mayoría de los costarricenses, fue un factor clave para alcanzar la firma de un acuerdo de paz.
No resulta sorpresiva para nosotros, por lo tanto, la ácida crítica del ex presidente Uribe al gobierno de Colombia y su oposición al diálogo con las FARC. Sus casi siempre radicales posiciones no le permiten vislumbrar la negociación como un camino aceptable para poner fin al conflicto. Otros personajes y grupos intransigentes inevitablemente se opondrán y estarán dispuestos a colocar obstáculos al diálogo y la búsqueda del hace tiempo esperado acuerdo.
Una guerrilla debilitada y sin posibilidad de darle una salida militar a su proyecto, un gobierno con una posición más flexible e inclinado a poner fin al conflicto por medio de la negociación, el apoyo recibido de varios países dispuestos a facilitar la transacción y el respaldo interno recibido por el gobernante, son condiciones esenciales para el logro de un acuerdo aceptable para ambas partes y para la ciudadanía.
Para quienes observamos desde afuera y con gran respeto las decisión adoptada por las fuerzas en pugna, en una gran nación en la cual diversos fenómenos políticos y sociales le han imposibilitado gozar de un clima de estabilidad y tranquilidad, solo nos queda expresar nuestro deseo de que el diálogo conduzca a un arreglo definitivo y el anhelo de paz de un pueblo se haga realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario