lunes, 15 de octubre de 2012

JOSÉ MERINO DEL RÍO


Corría la década de los años 70 del siglo pasado, los jóvenes llenos de inquietudes sociales acudíamos a la Universidad de Costa Rica, buscando respuestas a las múltiples interrogantes surgidas en el convulso mundo de las revueltas estudiantiles europeas, la propagación del movimiento hippie, los intensos procesos de descolonización, los movimientos políticos alentados por la caliente guerra fría  y la insensata conflagración de Vietnam. América Latina vivía un período de transformación productiva e institucional, con un significativo ensanchamiento de la clase media, estimulado por la movilidad social ascendente, y la consolidación de una burguesía diferenciada de los grupos oligárquicos tradicionales. Las persistentes desigualdades sociales y el crecimiento de los grupos medios con nuevas aspiraciones y demandas, condicionaban la aparición de movimientos populares y conflictos sociales extendidos por toda la región.
Las discusiones sobre estos procesos ocupaban, en algunas oportunidades, los espacios académicos de las aulas universitarias. Pero había dos sitios en los cuales se concentraban los análisis informales, las discusiones y en algunos momentos hasta la confrontación: la soda Guevara y la plaza de Estudios Generales, asiento de  “el pretil”. En este último lugar eran frecuentes las concentraciones de estudiantes, movilizados por los más diversos motivos.
En esas reuniones sobresalía la figura de un joven con un particular tono, fácil de identificar con alguno de los tantos acentos  cobijados por el suelo español.  Locuaz y apasionado, sorprendía y atraía con su fundamentado pensamiento radical, su buena oratoria y el conocimiento de la vida política en su país de origen y en las naciones latinoamericanas, con las cuales había establecido un vínculo que no rompería jamás.
Estudioso y militante, ponía siempre en primer lugar su labor organizativa y su compromiso partidario. En algunas actividades era posible escucharlo entonar, con su potente voz, canciones de la guerra civil española:
“Con el quinto, quinto, quinto,
con el quinto regimiento,
madre, yo me voy al frente
para las líneas de fuego…”
            Forjado en la vida política estudiantil y más adelante en las luchas cívicas y populares, José Merino del Río se convirtió en una figura de primer orden en el medio social costarricense. Su pensamiento y sus postulados políticos, expuestos con ardor y adversados por muchos, no pusieron límites a su disposición al diálogo, la negociación y el disenso respetuoso. Su labor parlamentaria le valió el reconocimiento de quienes se identifican con sus propuestas y de quienes se oponen a ellas.
Al inicio del decenio de los 90, tuve la oportunidad de contar entre mis estudiantes con José Merino. Me encargaron un curso en la Maestría Centroamericana en Sociología de la Universidad de Costa Rica, sobre el tema de la globalización. Ese fue un momento para reencontrarme con él después de largos años. Los temas tratados en el curso y tener entre los estudiantes a José, se prestaba para el debate riguroso y el análisis permanente. Disentir y coincidir con él durante aquel semestre académico, fue una grata experiencia en mi vida universitaria.
Poco tiempo después tuvimos un encuentro en un momento de mucha tensión para el país. Las movilizaciones sociales surgidas a propósito de la aprobación del denominado “Combo del ICE”, tuvo como uno de sus líderes a José Merino. Nos correspondió a Sandra Piszk, Defensora de los Habitantes, a un representante de la iglesia católica y a los cuatro rectores de las universidades públicas, cumplir el papel de “facilitadores” de un extenuante diálogo entre los representantes de las diversas fuerzas opuestas al combo y el Gobierno de la República. Ese fue un momento en el cual puso a prueba su capacidad para defender sus puntos de vista y buscar acuerdos, sin renunciar a sus convicciones.
El último encuentro con José ocurrió hace unos cuantos meses, durante una reunión convocada por la Fundación Ebert para analizar los desafíos enfrentados por la integración centroamericana. Esa fue una buena oportunidad para constatar su persistente facultad para aportar en el estudio y la generación de propuestas para superar las enormes brechas del desarrollo en las naciones centroamericanas.
La partida física de José Merino del Río deja un vacío en la vida política del país, en un momento en el cual el diálogo social y la negociación entre los sectores con los más divergentes pensamientos, requieren de individuos con su talante, claridad, firmeza y voluntad de buscar los caminos para transitar hacia el bienestar, la inclusión y la equidad social.

domingo, 30 de septiembre de 2012

LENGUAJE DE TELENOVELA


Uno de los elementos básicos productores de identidad, en una sociedad, es el lenguaje en sus más variadas manifestaciones. Posiblemente, la procedencia particular de quienes llegaron a nuestra tierra e introdujeron la lengua castellana, convirtió el voseo, junto al ustedeo,  y no el tuteo, en nuestras formas de expresión familiar y coloquial.
Con la creciente integración cultural de la sociedad global, adquieren gran relevancia aquellos rasgos propios de la colectividad con los cuales se singulariza esta, ante el riesgo de la  uniformización. Como bien se sabe, el lenguaje es dinámico y sujeto a constantes modificaciones, esto lo hace sensible a los mensajes y voces provenientes del entorno. En un proceso de esta naturaleza, los diversos medios de comunicación y la preeminencia alcanzada por los espectáculos en la cultura de nuestro tiempo, los convierte en vehículos de especial relevancia en la transmisión de imágenes, aspiraciones, pensamientos y formas de expresión.
Un ejemplo interesante, en este sentido, es el de la extendida afición a seguir las telenovelas por parte de numerosas personas y familias en el país. La significativa porción de las programaciones de los canales de televisión dedicados a la difusión de estas transmisiones, les hacen ocupar una destacada posición en el competido rating de las televisoras. 
Las telenovelas, producidas por lo general en sociedades en donde predomina el uso de tuteo, se convierten en un significativo mecanismo de difusión de esa forma de expresión entre su público. La tendencia a imitar, entre otras cosas, las maneras de comunicarse asumidas por los actores, algunos de ellos considerados como modelos o ídolos, llevan a asumir como propios sus modos de hablar. Es cada vez más frecuente escuchar el uso del “lenguaje de telenovela” y de un tuteo no siempre bien empleado entre individuos o entre algunos grupos de la sociedad.
La percepción sobre esta situación me resulta hasta cierto punto fácil de comprender pues mi familia resultó ser “bilingüe”. Mi esposa, proveniente de Cuba, arribó al país con tan solo tres años de edad. Eso la hizo utilizar el tuteo como la forma de expresión propia de su lengua vernácula; pero hizo suyo el voseo, por su identificación con la cultura que le brindó cobijo. Esto contribuyó a la presencia en la casa de una mezcla de expresiones, la cual no me alcanzó, por mi plena vinculación con el voseo como nuestra forma de expresión.
En aquel juego de voseo y tuteo me quedó clara la pérdida de la partida cuando una noche bajé el interruptor y un sonoro, ¡coooño papi, tú me apagaste la luz! se escuchó en aquella sala en penumbras, proveniente de Ana Lucía, mi hija de tres años, quien esa noche jugaba plácidamente hasta la abrupta interrupción.
Lo cierto es que, en este contexto de intensa integración económica, política y cultural de la sociedad contemporánea,  resulta imprescindible reforzar todos aquellos mecanismos generadores de identidad, entre los cuales sobresale nuestras más profundas y propias formas de expresión. Lo contrario significa sucumbir ante la cultura mediática, diluirse en el mundo global y perder la identidad.

sábado, 15 de septiembre de 2012

NARANJO

Jorge Mora Alfaro
 Según se cuenta su nombre original es Los Naranjos; con el tiempo este derivó en Naranjo. Uno u otro calificativo aluden al sabroso fruto brotado en su fértil suelo. Este cantón, ubicado en el occidente del Valle Central de Costa Rica, encierra múltiples encantos, entre los cuales destacan las bellas serranías ubicadas en su entorno, dibujando figuras amoldadas a la imaginación de quienes las admiran.
Un pequeño centro urbano, rodeado de diferentes espacios rurales, de una rica biodiversidad y abundantes bellezas paisajísticas, son el asiento de una población laboriosa, emprendedora, sencilla y dispuesta a delinear las rutas a transitar para lograr el bienestar de su colectividad.
La producción cafetalera ocupa un lugar preponderante en la economía  y  la cultura local. Esta actividad, llevada a cabo por agricultores familiares, agrupados muchos de ellos en una empresa cooperativa, genera identidad y valores entre los cuales sobresale el amor a la tierra, al trabajo y a la comunidad. La extraordinaria calidad de su grano es reconocida hoy entre los cada vez más exigentes industriales y consumidores de café, en un mercado global integrado e inclinado a la selección de un producto de excelencia
Numerosos profesionales originarios de Naranjo se desenvuelven en muy diferentes campos, aportando sus competencias a la sociedad costarricense, laborando en empresas, instituciones o en organizaciones no gubernamentales en los ámbitos nacional, regional o local. La herencia cultural de esta comunidad de labradores industriosos, impregna el comportamiento de los hijos de este generoso suelo.
Para quienes nacimos en este hermoso lugar y conservamos estrechos vínculos con nuestro pueblo  de origen, son recurrentes  las añoranzas sobre las aventuras infantiles y juveniles vividas con una copiosa ingenuidad y alegría, con independencia de las limitaciones propias de una condición socioeconómica no siempre muy venturosa, estimuladas por un medio colmado de  gente buena,  llana y diligente.
Las cristalinas aguas de los ríos en donde se aprendía a nadar o se practicaba la pesca; las prolongadas caminatas hasta alcanzar la cima de aquellas montañas colocadas en rededor; la trabajosa tarea de recolección de los granos del café, generadora de importantes ingresos para la economía familiar; los numerosos juegos permitidos por las pronunciadas pendientes de un centro urbano situado en un territorio de escasos espacios planos, así como la fascinación por los soberbios atardeceres estivales y el aprendizaje por el disfrute de los infinitos aguaceros, son todos ellos, detalles imperecederos, acompañantes en el recorrido por nuestras vidas.

sábado, 8 de septiembre de 2012

EL CAMINO DE LA PAZ



El anuncio sobre el inicio de las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC, abre una esperanza a la finalización de un prolongado conflicto político y militar. La intranquilidad, la zozobra y el dolor vivido con mayor intensidad en los territorios en los cuales tienen o han tenido lugar los enfrentamientos entre guerrilleros, paramilitares y el ejército, encuentran una oportunidad de finalizar en tanto se logre un acuerdo mediante el cual concluya la injustificada confrontación. La noticia es recibida con una mezcla de optimismo y escepticismo por una población que, en su momento, presenció un muy publicitado y luego frustrado intento de negociación. La ruta de la paz es casi siempre sinuosa y empedrada.
Para los centroamericanos se encuentra aún fresca la difícil negociación y las presiones de diversa índole recibidas de varias fuerza opuestas al logro de un acuerdo de paz. La obstinada gestión llevada a cabo por el presidente Arias Sánchez, en conjunto con los otros presidentes centroamericanos, y con el respaldo de la mayoría de los costarricenses, fue un factor clave para alcanzar la firma de un acuerdo de paz.
No resulta sorpresiva para nosotros, por lo tanto, la ácida crítica del ex presidente Uribe al gobierno de Colombia y su oposición al diálogo con las FARC. Sus casi siempre radicales posiciones no le permiten vislumbrar la negociación como un camino aceptable para poner fin al conflicto. Otros personajes y grupos intransigentes inevitablemente se opondrán y estarán dispuestos a colocar obstáculos al diálogo y la búsqueda del hace tiempo esperado acuerdo.
Una guerrilla debilitada y sin posibilidad de darle una salida militar a su proyecto, un gobierno con una posición más flexible e inclinado a poner fin al conflicto por medio de la negociación, el apoyo recibido de varios países dispuestos a facilitar la transacción y el respaldo interno recibido por el gobernante, son condiciones esenciales para el logro de un acuerdo aceptable para ambas partes y para la ciudadanía.
Para quienes observamos desde afuera y con gran respeto las decisión adoptada por las fuerzas en pugna, en una gran nación en la cual diversos fenómenos políticos y sociales le han imposibilitado gozar de un clima de estabilidad y tranquilidad, solo nos queda expresar nuestro deseo de que el diálogo conduzca a un arreglo definitivo y el anhelo de paz de un pueblo se haga realidad.