Uno
de los aspectos de mayor atractivo en el futbol actual es el de la competencia
en la cual se envuelven atletas, aficionados, clubes, empresas, localidades,
naciones y regiones. Una dimensión estimulada por la dirigencia futbolística
mundial, con su expresión particular en los diversos países, es la designación de
los mejores equipos, jugadores y técnicos. Estos nombramientos amplían la competencia,
generan expectación, robustecen la búsqueda de la excelencia y refuerzan la naturaleza
global de este deporte-espectáculo.
Una
designación seguida con mucho interés es la del mejor entrenador del mundo, así
como las selecciones regionales y nacionales del técnico considerado como el
más sobresaliente. En el ámbito mundial tiene lugar una fuerte pugna entre el
técnico del Real Madrid, Jose Mourinho, y el del Barcelona, Josep Guardiola. En
la disputa está presente la tradicional rivalidad existente entre esos dos
conjuntos, considerados como los mejores
del mundo, aunque la rivalidad entre los entrenadores se remonta al período
anterior a la incorporación de Mourinho al club merengue.
En
2010, el técnico portugués es elegido, por tercera vez, como "el mejor entrenador de club del
mundo" por la Federación
Internacional de Estadísticas del Fútbol (IFFHS), relegando a un segundo lugar
al catalán Pep Guardiola. Mourinho, como
técnico del Inter de Milán, consiguió el Scudetto de la Liga italiana, el
título de la Coppa Italia y la Liga de campeones de la UEFA. El indiscutible
técnico ganador, recibía el reconocimiento al cual merecidamente se había hecho
acreedor.
En
2011, bajo la dirección técnica de Josep
Guardiola, el "Barça" gana los campeonatos nacional, continental y
mundial. Indicadores objetivos, claros y contundentes para que Pep
reciba el reconocimiento de la IFFHS como mejor técnico del mundo. Para un
madridista desde la adolescencia, como quien escribe estas notas, no le asalta
la más mínima duda en cuanto al merecimiento de la distinción nuevamente
obtenida por Guardiola.
¿Qué pasa mientras tanto en el
confuso futbol costarricense durante esos mismos años?
El
campeonato de invierno 2010 es ganado por Liga Deportiva Alajuelense, dirigida
por el técnico Oscar Ramírez. Después de cinco años de no resultar vencedor, Ramírez
conduce acertadamente al equipo manudo a la obtención del título nacional. En
el momento de seleccionar al mejor entrenador de ese torneo, la distinción extrañamente
recae en el técnico del equipo ubicado en el tercer lugar de la tabla general
total, a diecisiete puntos del ganador. Con una serie de argumentos subjetivos,
no muy claros, se escoge al entrenador de un equipo que no logró superar los
cuartos de final.
En
el torneo de verano 2011 resulta nuevamente
vencedor el equipo Alajuelense, teniendo como técnico a Oscar Ramírez. En tanto
el entrenador galardonado en el invierno 2010 circula sin pena ni gloria por la
primera división, Ramírez conduce a la
Liga a la obtención del bicampeonato. Era
de esperarse el reconocimiento en esta oportunidad al técnico doblemente
ganador. Pero, ¡sorpresa!, en el complejo mundo futbolístico comprensible
únicamente para los entendidos, se elige como mejor entrenador del torneo al
técnico del equipo perdedor de la final ante el ganador dirigido por Oscar
Ramírez. Con el argumento pueril de que el mérito recaía en el perdedor, pues
había llegado a disputar la final del torneo contando con menos recursos que el
triunfador, de nuevo se le niega la distinción a Ramírez.
Llegamos
así al competitivo campeonato de invierno del 2011. Con equipos mejor
preparados y una atractiva disputa por los puntos en cada jornada, la Liga
Deportiva Alajuelense, con la dirección de Oscar Ramírez, logra el meritorio
resultado de ganar tres torneos consecutivos. Las lesiones y las sanciones
sufridas por varios de los jugadores alajuelenses, ponen a prueba la capacidad
del técnico para enfrentar los momentos clave del certamen, pero recurriendo a
los planteamientos tácticos adecuados logra salir otra vez ganador. No es
frecuente en las ligas en donde se ha adoptado la modalidad de los torneos
cortos, tener la posibilidad de conducir a un cuadro a la obtención de tres
títulos sucesivos, alguna cualidad tendrá quien logra cumplir con tal gesta
futbolera. No obstante, ¡asombroso!, empleando argumentos enigmáticos, de nuevo
se escoge como mejor técnico a quien condujo al equipo perdedor ante el ganador
del campeonato dirigido por Ramírez.
El
corolario de este relato pareciera ser solo uno: en el reino de la mediocridad
se castiga al ganador y, sin sonrojo alguno, se premia a los perdedores.
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