Un gran desafío enfrentan los partidos políticos y los
candidatos a ocupar los diferentes cargos de elección popular en disputa en el
actual torneo electoral. Un significativo porcentaje de los votantes no deciden
aún a cuáles aspirantes favorecer con su sufragio y se encuentran expectantes
en relación con las paulatinas propuestas esbozadas por estos.
El ostensible
malestar ciudadano, expresado de diversas maneras por una población carente de
respuestas eficaces a sus principales demandas y aspiraciones, se manifiesta hoy con elocuencia en el
comportamiento reservado o abiertamente crítico de un electorado difícil de convencer,
con los métodos tradicionalmente empleados para lograr su apoyo en las urnas
electorales. El momento parece oportuno para un debate de fondo sobre los
problemas más acuciantes enfrentados por el país y sobre las diferentes rutas formuladas
para su solución, por parte de las agrupaciones políticas y los numerosos aspirantes.
Pasar de las
ocurrencias a las evidencias, se convierte en un paso necesario para darle un
tono convincente y explícito a los esperados ofrecimientos electorales. Cortejar
a la enfadada ciudadanía costarricense no es una tarea sencilla y difícilmente
se conseguirá con poses ensayadas, frases prefabricadas o promesas sin
fundamento y poco creíbles. Los electores quisieran conocer el pensamiento
propio de los candidatos y no el de sus asesores o sus publicistas. ¡Los
votantes acudirán a las urnas si encuentran figuras comprometidas con la atención
a sus demandas y dispuestas a emprender las tantas veces postergadas respuestas
a sus necesidades!
La diferenciación de
talantes, pensamientos, trayectorias, proposiciones y capacidades para
gestionar el alicaído Estado, será un buen camino para adentrarse en el corto
período eleccionario todavía pendiente de recorrer. La combinación de medios
para conseguirlo es una condición ofrecida por el medio social contemporáneo,
en el cual los avances tecnológicos ponen a disposición de todos los actores,
un conjunto interminable de recursos y formas de comunicación.
La insustituible
relación “cara a cara” con los electores, es un medio esencial para hacer
llegar el mensaje a los escépticos, motivar a los convencidos y movilizar a las
estructuras partidarias locales. Las redes sociales, por su parte, se
transforman en un vehículo insoslayable para difundir mensajes, intercambiar
con numerosos visitantes y activos participantes, en estos lazos de
comunicación informal extendidas por un denso tejido conformado en esta
manifestación particular de la galaxia Internet. La televisión, la radio y los periódicos
digitales y convencionales completan la gama de medios a utilizar para tratar
de responder a las expectativas de una ciudadanía hondamente heterogénea, con exigencias, de la misma manera,
intensamente diferenciadas.
En este sentido, menudo
desafío afrontan los estrategas políticos para hacer llegar sus mensajes, por
ejemplo, a los heterogéneos sectores medios de esta sociedad. Esta, como ocurre
en la mayor parte de los países latinoamericanos, es la posición de auto adscripción
de muy diversos sectores sociales, con un peso muy relevante en el proceso
electoral. Quienes logren distinguir a
esos grupos, conocer sus diferentes necesidades y demandas y seleccionar las
rutas e instrumentos por medio de los cuales logre transar con ellos, tendrá
una enorme ventaja en relación con aquellos otros enclaustrados en sus propuestas
indiferenciadas, no siempre atractivas para todos.
Un mes después de
efectuada la convocatoria al torneo electoral, persiste el desencanto con una gradual
definición de los electores conforme avanza el proceso. Se trata de una
elección inusual, con una ciudadanía más informada, con abundantes recursos de
comunicación –aunque a veces mal utilizados- y más exigente y crítica; una
elección con opciones políticas multicolores, con una evidente fragmentación del
sistema de partidos políticos y una clara dispersión de las preferencias. Ante
estas condiciones, hoy más que nunca, los mensajes electorales juegan un destacado
papel. Es relevante su forma, pero sobre todo sus contenidos, los cuales deben
apuntar con nitidez a ofrecer respuestas concretas a las demandas y
aspiraciones de la población. ¡Ha pasado el tiempo de las promesas y las poses demagógicas!¡No se
trata hoy de espantar con fantasmas o temores fútiles!¡No se vale el ingenio
sin contenido! ¡Una buena parte de la ciudadanía aún espera para tomar su
decisión!
