sábado, 9 de noviembre de 2013

MENSAJES ELECTORALES

Un gran desafío enfrentan los partidos políticos y los candidatos a ocupar los diferentes cargos de elección popular en disputa en el actual torneo electoral. Un significativo porcentaje de los votantes no deciden aún a cuáles aspirantes favorecer con su sufragio y se encuentran expectantes en relación con las paulatinas propuestas esbozadas por estos. 

El ostensible malestar ciudadano, expresado de diversas maneras por una población carente de respuestas eficaces a sus principales demandas y aspiraciones,  se manifiesta hoy con elocuencia en el comportamiento reservado o abiertamente crítico de un electorado difícil de convencer, con los métodos tradicionalmente empleados para lograr su apoyo en las urnas electorales. El momento parece oportuno para un debate de fondo sobre los problemas más acuciantes enfrentados por el país y sobre las diferentes rutas formuladas para su solución, por parte de las agrupaciones políticas y los numerosos aspirantes.

Pasar de las ocurrencias a las evidencias, se convierte en un paso necesario para darle un tono convincente y explícito a los esperados ofrecimientos electorales. Cortejar a la enfadada ciudadanía costarricense no es una tarea sencilla y difícilmente se conseguirá con poses ensayadas, frases prefabricadas o promesas sin fundamento y poco creíbles. Los electores quisieran conocer el pensamiento propio de los candidatos y no el de sus asesores o sus publicistas. ¡Los votantes acudirán a las urnas si encuentran figuras comprometidas con la atención a sus demandas y dispuestas a emprender las tantas veces postergadas respuestas  a sus necesidades!

La diferenciación de talantes, pensamientos, trayectorias, proposiciones y capacidades para gestionar el alicaído Estado, será un buen camino para adentrarse en el corto período eleccionario todavía pendiente de recorrer. La combinación de medios para conseguirlo es una condición ofrecida por el medio social contemporáneo, en el cual los avances tecnológicos ponen a disposición de todos los actores, un conjunto interminable de recursos y formas de comunicación.

La insustituible relación “cara a cara” con los electores, es un medio esencial para hacer llegar el mensaje a los escépticos, motivar a los convencidos y movilizar a las estructuras partidarias locales. Las redes sociales, por su parte, se transforman en un vehículo insoslayable para difundir mensajes, intercambiar con numerosos visitantes y activos participantes, en estos lazos de comunicación informal extendidas por un denso tejido conformado en esta manifestación particular de la galaxia Internet. La televisión, la radio y los periódicos digitales y convencionales completan la gama de medios a utilizar para tratar de responder a las expectativas de una ciudadanía hondamente heterogénea,  con exigencias, de la misma manera, intensamente diferenciadas.

En este sentido, menudo desafío afrontan los estrategas políticos para hacer llegar sus mensajes, por ejemplo, a los heterogéneos sectores medios de esta sociedad. Esta, como ocurre en la mayor parte de los países latinoamericanos, es la posición de auto adscripción de muy diversos sectores sociales, con un peso muy relevante en el proceso electoral.  Quienes logren distinguir a esos grupos, conocer sus diferentes necesidades y demandas y seleccionar las rutas e instrumentos por medio de los cuales logre transar con ellos, tendrá una enorme ventaja en relación con aquellos otros enclaustrados en sus propuestas indiferenciadas, no siempre atractivas para todos.

Un mes después de efectuada la convocatoria al torneo electoral, persiste el desencanto con una gradual definición de los electores conforme avanza el proceso. Se trata de una elección inusual, con una ciudadanía más informada, con abundantes recursos de comunicación –aunque a veces mal utilizados- y más exigente y crítica; una elección con opciones políticas multicolores, con una evidente fragmentación del sistema de partidos políticos y una clara dispersión de las preferencias. Ante estas condiciones, hoy más que nunca, los mensajes electorales juegan un destacado papel. Es relevante su forma, pero sobre todo sus contenidos, los cuales deben apuntar con nitidez a ofrecer respuestas concretas a las demandas y aspiraciones de la población. ¡Ha pasado el tiempo de  las promesas y las poses demagógicas!¡No se trata hoy de espantar con fantasmas o temores fútiles!¡No se vale el ingenio sin contenido! ¡Una buena parte de la ciudadanía aún espera para tomar su decisión!