jueves, 16 de enero de 2014

EL RECURSO DEL MIEDO

Tomado de http://www.peatom.info/castilla-y-leon/114744
La inesperada evolución de la campaña electoral, llega a un punto en el cual se van decantando las fuerzas electorales con mayores posibilidades de acumular una votación suficiente para alcanzar una victoria, en la primera o en la segunda ronda del proceso, así como de obtener una posición con la cual contar con una importante fracción legislativa en el próximo cuatrienio. Sabemos de la tendencia a “quebrar el voto”, recurrente en nuestros torneos eleccionarios, pero esto no impedirá, a quienes obtengan los porcentajes más altos de sufragios a su favor, contar con una robusta representación  parlamentaria.

Visualizar las posibles situaciones originadas con el comportamiento mostrado por los electores, resulta de mucha importancia para vislumbrar el futuro político del país. Hoy, para las diversas agrupaciones, las energías deben estar puestas en la obtención de los mejores resultados en la primera vuelta, pero sin dejar de lado un muy posible balotaje y, sobre todo, la necesidad de alcanzar acuerdos en el período durante el cual les puede corresponder encabezar el gobierno nacional. Es, en este aspecto, en el cual lo sembrado durante el desarrollo de  la campaña electoral, puede tener consecuencias significativas en el futuro inmediato. 

Es, asimismo, en ese marco,  en el cual deben considerarse las consecuencias de embarcase en una campaña basada en el miedo, generadora de animadversiones y una acentuada polarización política, en un período en el cual se requerirá de diálogo, acuerdos y la suma de voluntades, sin exclusiones de ninguna naturaleza, para superar los desafíos enfrentados por el país.  Casarse con los grupos más conservadores de la sociedad, condicionará las decisiones a tomar en el futuro. Esgrimir argumentos falaces para generar temor y tratar de influir en el comportamiento de la ciudadanía, pasará la factura cuando se deban buscar acuerdos y sumar esfuerzos para responder a las expectativas de los propios electores, atraídos hacia sus posiciones, empleando para ello mecanismos espuriosComo bien dice el refrán, ¡Quien siembra vientos recoge tempestades!

Ha persistido, desde hace ya bastante tiempo, una suerte de ceguera, producida por una penetrante visión ideológica, a la cual se suma una defensa a ultranza de intereses particulares, cuya presencia impide percibir con nitidez lo ocurrido en el entorno. Esto lleva a posiciones inflexibles y reticentes a introducir modificaciones, lo cual, a la larga y de manera paradójica, genera un enorme riesgo para los propios intereses de continuar disfrutando de  los beneficios de la situación actual. Por este motivo, lejos de preguntarse por las condiciones existente a su alrededor, prefieren recurrir al uso de recursos detestables y a prácticas con una clara tonalidad anti democrática.

Se han preguntado estos grupos, entre otras interrogantes básicas, ¿cuál es el motivo por el cual  el candidato con el talante y las posiciones, a las cuales se oponen, atrae a un porcentaje tan importante de los electores? ¿Cuáles son las causas por las cuales los candidatos de los partidos tradicionales enfrentan tantas dificultades para convencer a los votantes? ¿Por qué, en un momento determinado, la ciudadanía puso en un lugar secundario la posición en el espectro político  ideológico de los aspirantes presidenciales? ¿Se ha reparado en cuáles son las motivaciones por las cuales se tiende a asistir a las urnas y elegir por las posiciones por las cuales están optando? ¿Es válido afirmar una supuesta inclinación a la izquierda de buena parte de los electores costarricenses? ¿Cómo se explica el comportamiento electoral de un significativo porcentaje de los (as) jóvenes costarricenses?

Volver la mirada a la ciudadanía les permitiría encontrar las respuestas a esas preguntas. El acumulado enfado ciudadano explica su actual comportamiento electoral. La demanda de cambio arraigada en la población responde a su hastío con la extendida corrupción, la ausencia de respuestas a sus principales demandas, a la ineficiente acción del debilitado sistema institucional y el sentimiento de deterioro en los servicios básicos y en sus condiciones de vida, en una sociedad polarizada, en la cual han crecido las desigualdades y, de manera gradual, se pierde la cohesión social.

Las modificaciones en los modelos de desarrollo generan ansiedades y preocupación en quienes se sientes confortables con el estado de las cosas. Si estoy dentro del grupo ganador y mis beneficios se han multiplicado, es preferible seguir así y no hacer muchas olas. Todos recordamos la época de los ajustes estructurales y la calificación de la oposición a los traumáticos cambios introducidos en la economía, las instituciones y la política con el concepto del “miedo al cambio” o la “resistencia al cambio”. Fueron abundantes los estudios y análisis con los cuales se trató de explicar aquel “irracional” temor y de influir en su aceptación. Es evidente en nuestras sociedades la necesidad de buscar el equilibrio perdido, algunos se resisten al cambio y están dispuestos a emplear cualquier recurso a su alcance para impedirlo.

El paso de una  sociedad “estado céntrica” a la actual sociedad “mercado céntrica”, permitió generar cambios significativos en las estructuras productivas y en la economía, pero tiende a concentrar los frutos del crecimiento y a provocar desigualdades y polarización social. La introducción de rectificaciones, con las cuales se procure un equilibrio entre Estado y mercado y la redistribución de los beneficios y las oportunidades, resulta indispensable para promover el desarrollo. Efectuar ese movimiento, al cual se opone el fundamentalismo del mercado, no es una tarea sencilla, pero debería ocupar un lugar preponderante en la agenda política del país.

Recurrir a la estrategia del miedo, creadora de polarización, puede ser efectiva en algunos grupos de votantes en la inmediatez de una campaña; pero sus perjuicios, a más largo plazo, serán difíciles de reparar y ahondarán las confrontaciones y desacuerdos en los cuales se ha enfrascado este país, desde hace ya bastante tiempo. Este ambiente enrarecido, así como  el crecimiento de la crispación política, multiplicarán las divisiones y harán brotar más “duendecillos” generadores de preocupación en quienes no pretenden rectificar, a pesar del manifiesto enfado ciudadano.


2 comentarios:

  1. El artículo de Jorge no es sólo interesante, sino que plantea una realidad inquietante. La inédita campaña de miedo (aunque vislumbrada ya en el referendo del TLC) puede tener resultados imprevistos a mediano y largo plazo.

    Por un lado, echar sombras sobre un candidato que se ha caracterizado por ser un buen legislador en todo momento respetuoso, recurrir a lenguaje de la guerra fría, frases fuera de contexto y hasta falsedades (Jorge dice falacias) puede augurar mayor desconfianza hacia la política y los políticos. En la era del conocimiento y la Internet no hay nada oculto. Alguno puede "ganar" con una campaña de baja alcurnia, pero al pasar el tiempo y destaparse las falacias, no hará más que añadir a su descrédito. Una victoria pírrica.

    Pero estoy más que sorprendido que un partido oficialmente "socialista", miembro de la Internacional Socialista y que usa la rosa socialista en sus signos externos, emita anuncios de campaña satanizando al socialismo y a la izquierda en general. ¡¡¡¡ !!!!

    Por otro lado, pretender movilizar a patronos para influir o coaccionar a sus empleados no hace más que echar leña al fuego en las muchas veces difíciles relaciones obrero-patronales. A futuro no podrán acusar a los sindicatos de manipular a los trabajadores ni quejarse de persecución si su candidato no gana y un nuevo gobierno pretenda ponerlos en cintura para evitar abusos emergentes.

    Eso vale también con los medios de comunicación que no se comporten a la altura de las circunstancias.

    Como sucedió en Chile, ¡qué bonito creer en la democracia cuando vamos ganando y abjurar de ella cuando nuestros intereses pudieran verse afectados!

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