viernes, 3 de noviembre de 2017

EL 4-F

Un nuevo proceso eleccionario está en camino, sin que hasta ahora haya logrado despertar el entusiasmo de la ciudadanía y sin involucrar resueltamente en él a unos electores cada vez más críticos y, al parecer, más pausados en sus escogencias.

Al paulatino deterioro de la imagen de los políticos y a un marcado alejamiento ciudadano de la política, se suman dos hechos significativos. Por una parte, el desencanto con un indefinido cambio al que de manera entusiasta dieron su apoyo, sin que al final del cuatrienio se perciba como tal. Por otra parte, la puesta en marcha de una trascendental acción legislativa, con un aparente inicial propósito electoral, que ha terminado extendiéndose en su funcionamiento y enlodando, sin proponérselo, a quienes menos se pensaba, ahondando la imperante suspicacia ciudadana, así como la vacilación de frente a la selección de las autoridades gubernamentales y legislativas.

Los efectos de las comparecencias celebradas en la comisión instalada en el congreso, por donde han desfilado integrantes de los tres poderes del Estado, salpican al sistema político y a factores esenciales de la institucionalidad del país. Hasta ahora la ciudadanía mira perpleja lo ocurrido y su primera reacción ha sido la de sumar a la aversión a la política. Esta situación, extendida más allá de lo esperado, a tres meses de la votación, encuentra su expresión en una proporción muy significativa de los electores indecisos y es posible, en un mayor abstencionismo el próximo 4 de febrero.

Tanto el desencanto ante la difusa propuesta del cambio no alcanzada, como la coyuntura originada con el escarbe legislativo, en un medio enrarecido por fenómenos tales como el debilitamiento profundo de los partidos políticos; el inacabado surgimiento de liderazgos renovados; la continuada fragmentación política y la dificultosa búsqueda de acuerdos; la presencia de operadores de justicia con una actuación que parece moverse entre la búsqueda de la verdad y el afán mediático y la tentación de ofrecer populares respuestas al generalizado clamor de escarmiento a los catalogados como perversos; el reforzado conservadurismo político y la acentuada mezcla de religión y política que aleja de la anhelada secularización del Estado; son algunos de los fenómenos que podrían aderezar un medio convulso y ocasionar la preeminencia de un líder no esperado o no deseado por muchos.

Con trece aspirantes presidenciales y una probable prolongación del multipartidismo en el parlamento, la incertidumbre en relación con la trayectoria que habrán de seguir las adhesiones electorales, causada por el alto porcentaje de posibles votantes indecisos -en medio de una campaña ausente de propuestas motivadores o movilizadoras, con un evidente desfase entre las orientaciones de las campañas y las impresiones, expectativas y apatías reinantes entre la ciudadanía-; no se deja espacio al crecimiento del de por si menguado entusiasmo democrático, a pesar de estar en las vísperas del día de la elección.

El incesante intento de manejo de las redes digitales por parte de los partidos políticos, la sórdida y agresiva campaña desplegada en varios frentes y la presencia en las redes sociales de numerosas personas informadas y otras con palmaria menor información, hondamente contaminada por los influencers o los troles partidarios, enturbian aún más las posibilidades de obtener los elementos requeridos para tomar una decisión más razonada, menos sustentada en las turbaciones del momento.


Aguijoneados por el nebuloso panorama político situado enfrente de la ciudadanía, los impulsos por sumarse al bando de los abstencionistas son considerables. No obstante, aunque la andadura es más trabajosa, es preferible seguir la ruta del votante informado. Diversos medios tenemos a nuestro alcance para acceder a la información y para tratar de superar prejuicios, manipulaciones y desinformación a la hora de tomar una decisión fundada. La secular democracia costarricense lo merece.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

ANTI ESTABLISHMENT

Los resultados del reciente torneo eleccionario estadounidense, se vuelven muy llamativos por ser para muchos inesperados, así como por el opaco perfil y el discurso “políticamente incorrecto” de quien fue el ganador en esa contienda. Pero, como bien lo señala el destacado periodista español Iñaki Gabilondo, Trump es solo el síntoma y este no debe confundirse con la enfermedad, la cual se encuentra en el trasfondo de este acontecimiento.

Lo primero que se debe tener presente es que no es esta una situación única o aislada, todo lo contrario, parece enmarcarse en una tendencia presente en varias de las democracias occidentales agobiadas por el descontento de la ciudadanía, el deterioro sufrido por los partidos políticos, la corrupción desbocada y la aversión a la política tradicional y a los políticos de viejo cuño, enquistados en el sistema: el establishment político.

Hoy son evidentes las consecuencias ocasionadas por las uniformes políticas económicas adoptadas desde hace ya varias décadas, unidas a la reducción drástica de algunos de los componentes básicos del sistema de bienestar, en el marco de las denominadas medidas de austeridad. La sociedad del bienestar fue construida en un mundo bipolar, a contrapelo de quienes colocaron siempre sus intereses particulares por encima del bienestar general. En la actualidad, en un mundo global y multipolar, son estos los portadores del pensamiento y el poder político, el cual se encuentra dominado por un sincretismo ideológico y programático tenazmente organizado y preservado. El panorama presente en muchas de las democracias occidentales es el de una ciudadanía colmada de desesperanza, incertidumbre, desconfianza y enojo. 

El desempleo y la precariedad laboral reinantes por doquier, la ausencia de oportunidades enfrentadas por grandes grupos de jóvenes, con independencia de sus niveles de formación, la reducción de los programas institucionales y las dificultades de acceso a la seguridad social, unidos a unas abismales y ofensivas desigualdades sociales, alimentan el descontento y crean las condiciones para la búsqueda de otros rumbos, aunque sean estos más inciertos que los seguidos en la actualidad.

Inglaterra, España, Grecia, Italia, Francia y ahora Estados Unidos, entre las más notables, son sociedades en las que movimientos y agrupaciones anti establishment, de muy distintos signos ideológicos, han logrado significativos avances, canalizando el reclamo y el enfado ciudadano hacia sus posiciones, obteniendo triunfos electorales en el ámbito parlamentario, nacional, regional o local.

La insistencia de las élites por mantener el rumbo, sin reparar en sus efectos negativos y en las cada vez más evidentes reacciones ciudadanas, continuará generando inestabilidad y creando el caldo de cultivo en el que crecerán los descontentos, florecerán los populismos y germinarán otras posiciones políticas con sus llamados a modificar el rumbo.


No son nuevos las apelaciones a introducir ajustes en un modelo que, como lo enseña la historia, mientras engendre desigualdades, exclusión y desesperanzas conducirá por los caminos menos esperados y deseados.

lunes, 12 de octubre de 2015

CINCO MOTIVOS PARA VOTAR EN LAS PRÓXIMAS ELECCIONES MUNICIPALES

El próximo año se llevará a cabo la primera elección de medio período en Costa Rica, programada para el primer domingo de febrero.  En este torneo electoral se nombrarán más de seis mil cargos en los gobiernos municipales del país. Este significativo acontecimiento democrático no siempre despierta el entusiasmo en una ciudadanía crecientemente desencantada con la política, los políticos y los partidos políticos. A ese fenómeno más general se suma la escasa importancia que, con alguna frecuencia y de manera desacertada, se da a los gobiernos locales y a la selección de las autoridades municipales.

La predominante mirada de los territorios desde una perspectiva centralista, contribuye a la errónea concepción de que todos los problemas locales pueden resolverse de mejor manera desde el ámbito nacional, dejándose de lado las condiciones y dinámicas particulares existentes en los contornos territoriales o cantonales, así como el potencial, de diversa naturaleza, existente en éstos para promover su desenvolvimiento económico, social, cultual, ambiental e institucional. Las dificultades para lograr la transferencia de competencias y recursos a los gobiernos municipales, expresan con claridad el predominio de estas visiones arraigadas en los principales grupos de poder en esta sociedad.

Por este motivo, el paso político dado en Costa Rica al colocar las elecciones municipales en el medio período, en relación con las elecciones nacionales, es un hecho significativo que permitirá que la ciudadanía vuelva sus ojos hacia sus gobiernos municipales y presten atención a las propuestas provenientes de las diferentes agrupaciones políticas y a las variadas ofertas electorales. El centro del proceso político se coloca en este período en cada uno de los cantones, sus distritos y caseríos y la atención estará centrada en los líderes locales y sus propuestas. Las estrategias electorales y el desenvolvimiento del torneo electoral se producen en función de las condiciones propias de cada ámbito municipal, de sus actores, sus formas organizativas, sus posibilidades de alianzas y sus necesidades y demandas específicas.

Pero, ante todo, esta es una ocasión para observar con atención la destacada posición de los gobiernos locales en nuestra vida cotidiana, así como en aspectos cruciales en la búsqueda de una mejor calidad de vida, ya sea  por las políticas, los planes de desarrollo cantonal y las acciones impulsadas por los gobiernos locales en este sentido o por la ausencia de estos elementos o la inacción municipal, producto de la mala selección de las autoridades y de la presencia de una gestión municipal ayuna de instrumentos y capacidades para responder con eficacia a las demandas del desarrollo municipal.

Estas cortas reflexiones nos llevan a subrayar cinco motivos por los cuales resulta ineludible para la ciudadanía acudir a las urnas electorales a emitir el sufragio el próximo 7 de febrero de 2016:

1, En primer lugar, para contribuir a la imprescindible revitalización de la democracia costarricense siendo partícipe de un proceso electoral mediante el cual se elegirán a las autoridades del gobierno de mi municipalidad, Ser un munícipe activo en la vida política de mi comunidad resulta primordial para brindar el respaldo requerido para construir gobiernos locales sólidos y con estrechas vinculaciones con la ciudadanía.

2. En segundo lugar, para aportar mis puntos de vista,  mis sugerencias y mis visiones criticas ante las diferentes propuestas electorales y ante las candidaturas que se presenten para ocupar los múltiples cargos gubernamentales, aspecto esencial para escoger a aquellas personas cuyo compromiso, liderazgo y trayectoria  en la búsqueda del bienestar de la población, por encima de las banderías políticas, me den mayor garantía de cumplimiento con las responsabilidades propias de la gestión municipal y de atender a los principales desafíos del desarrollo de mi cantón o de mi distrito.

3. En tercer lugar,  porque al ser parte de la vida política comunal y por ser partícipe del proceso de elección de las autoridades estaré en capacidad de exigir transparencia, información y participación en las iniciativas impulsadas por el gobierno local y en aquellos componentes de la gestión municipal en que las relaciones horizontales y el involucramiento de la ciudadanía son un elemento crucial en las nuevas formas de gobernanza y en el paulatino establecimiento de gobiernos locales abiertos en nuestro sistema institucional,

4. En cuarto lugar, porque las decisiones que toman los gobiernos municipales son de indiscutible relevancia en nuestras vidas y en la medida en que la presencia ciudadana en los comicios electorales sea mayor, estaremos haciendo patente nuestra comprensión sobre los alcances de la acción municipal y la confianza en las instituciones básicas de nuestro sistema democrático. La poca asistencia a las urnas electorales se traduce en gobiernos débiles o fácilmente ocupados por cacicazgos locales o estructuras de poder que se turnan en el ejercicio gubernamental casi sin oposición.

5. En quinto lugar, porque está demostrado que en una sociedad global altamente integrada como en la que vivimos, las identidades locales resultan fundamentales para nuestra consistente integración en ese mundo lleno de oportunidades y desafíos. Los gobiernos municipales juegan un papel básico en ese proceso y contar con una ciudadanía activa, involucrada en el desarrollo socioeconómico, cultural, ambiental e institucional de las comunidades en las cuales conviven, es indispensable para avanzar positivamente en las condiciones de la exigente sociedad actual.

En el mundo de hoy no se vale tan solo ser espectador de los procesos y un crítico consumado de las instituciones y de quienes asumen su conducción, sin arrollarse las mangas y brindar la mínima contribución, cual es, en primer lugar, el ejercicio del derecho ciudadano a elegir y ser elegido;  en segundo lugar, involucrarse en la vida comunal para cumplir con el deber de ser partícipes de las acciones con las cuales se enfrentan los desafíos para construir una sociedad mejor, más justa y más equitativa.