Un
aspecto de mucha relevancia en la competencia deportiva, es la disposición de
ánimo del atleta participante en ella. La mentalidad ganadora, traducida en
coraje y esfuerzo permanente, es un elemento básico en el funcionamiento de los
equipos profesionales y con ella se distinguen los cuadros ocupantes de la
elite deportiva mundial. En el futbol, el deporte espectáculo global de mayor
influjo cultural, social y económico, la actitud ganadora adquiere una notable preeminencia.
Las
masivas movilizaciones de aficionados agrupados en torno a los equipos
nacionales, expresión de los más acendrados nacionalismos, así como de los
clubes locales y regionales, generadores de identidad, a los cuales profesan devoción y de quienes
reciben sinsabores, alegrías indescriptibles, frustraciones y enormes
satisfacciones, por lo general suman energías y favorecen la mentalidad
competitiva y la aspiración ganadora de los participantes en las justas
futboleras.
En
esta intensa comunión entre seguidores y deportistas es posible, para los
primeros, dejar pasar los malos momentos o los fallos en los cuales incurre su
equipo o los futbolistas de manera individual. Pero no existe el perdón ante la
ausencia de coraje y garra para enfrentar los desafíos. Pelear por el orgullo
del país, del cual son sus representantes, o por los colores de aquella oncena,
portadora de sentimientos e identidades, encuentra la exigencia ineludible de
“dejar todo en la cancha”, “pelear todos los balones”, “morir con la camiseta
puesta”.
La
indolencia o la flojedad son censuradas con energía por los simpatizantes,
quienes no escatiman prodigar pasión y esperan recibir, en reciprocidad, entrega
y disposición a buscar el triunfo en la batalla deportiva.
Esta
interacción entre afición y atletas, en algunos casos puede resultar decisiva
para los desenlaces producidos en los desafíos balompédicos. En ciertas circunstancias, las desiguales
capacidades existentes entre los conjuntos se ven compensadas y en algunos
casos hasta superadas, por el arrojo y la bravura puestas en la cancha por el
equipo con menos recursos futboleros.
Los
grandes equipos del futbol mundial, tales como el Real Madrid y el Barcelona,
combinan su extraordinaria calidad, con una gran intensidad de juego y una
disposición a competir, prolongada durante los 90 o más minutos de duración de
la contienda. Lo importante es subrayar ese componente de arresto y brío,
presente en su accionar permanente, como un aspecto básico en el cual en gran
medida descansa su alta capacidad futbolística.
Los
recientes resultados obtenidos por dos equipos de futbol costarricenses en la Liga
de Campeones de la CONCACAF, pusieron en evidencia la relevancia de la actitud
y la disposición a batallar por alcanzar el resultado esperado, sin importar
las condiciones en las cuales se lleva a cabo la competición. Uno de ellos, el
Club Sport Herediano, haciendo frente a un rival con el cual pareciera estar
equilibrado en cuanto a los recursos balompédicos, derrochó energía y coraje
hasta lograr obtener el resultado requerido para lograr su calificación a la
siguiente fase del torneo.
El otro, la Liga Deportiva Alajuelense, enfrentó a
un rival, notoriamente superior, sin asomo de combatividad o el deseo
manifiesto de buscar un resultado y sin el coraje necesario para emprender la desigual
competencia. La Liga le quedó debiendo a sus seguidores y a la afición costarricense, no por el
humillante resultado obtenido, sino por la ausencia de energía y espíritu de
lucha, indispensables para competir con decoro ante un calificado contendiente.
Deambularon por el césped de El Volcán sin alma , sin arrojo, sin…
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